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EFE/Eduardo Palomo
Viernes, 19 de enero 2018
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El mítico personaje del Jarramplas de Piornal recorrió en la mañana de este viernes las calles de esta localidad cacereña bajo una lluvia de nabos lanzados por sus vecinos como «castigo a sus fechorías».
Hoy y mañana se celebra esta tradicional Fiesta de Interés Turístico Nacional en honor a San Sebastián y en la que se arrojarán unos 25.000 kilos de estos tubérculos.
Jarramplas ha realizado su primera salida este viernes y ha sido seguido por cientos de personas, entre vecinos, turistas y periodistas de distintas partes del mundo, que se han acercado hasta Piornal para participar en esta fiesta invernal.
«Jarramplas lo que quiere es que le tiren el mayor número de nabos posible y lo más fuerte posible, por lo que no hay que tener miedo y tirar con todas las ganas del mundo», ha asegurado a Efe el alcalde de Piornal, Ernesto Agudiez.
No obstante, el regidor también ha hecho una recomendación: es importante tirar de cerca para no fallar y evitar que los nabos perdidos puedan dar a alguien que pasa o que está cerca.
Agudiez ha asegurado que Jarramplas es un fiesta muy completa, única, diferente y con unas particularidades que la hacen excepcional.
No en vano, esta fiesta mezcla la descarga brutal de adrenalina con los nabos y la emoción pura de las alboradas y los actos religiosos, y lo que es más importante, está todo el pueblo implicado.
Jarramplas ya cuenta con la declaración de fiesta de Interés Turístico Nacional, pero quiere más y en el municipio nadie duda de que optará a la declaración internacional, «entre otras cosas porque se lo merece y porque cada vez tiene más impacto fuera de nuestras fronteras», ha agregado el alcalde.
La fiesta en honor a San Sebastián, cuya día es mañana, comenzó hoy a las ocho con la petición de ofrendas para el santo.
Fiel a su cita, sobre las diez de la mañana, Jarramplas, en esta ocasión encarnado por Cándido Moreno y sus mayordomos, ha hecho su primera salida a los sones de su tambor por las calles de Piornal.
Desde que ha puesto un pie en la calle, Jarramplas ha recibido una intensa lluvia de nabos -hay preparados más de 23.000 kilogramos traídos desde La Vera cacereña- sobre su cuerpo (protegido con una máscara y una armadura de fibra de carbono), a modo de «castigo» infligido por los vecinos.
Todo el mundo quiere arrojar nabos al Jarramplas, por lo que, en determinados momentos, la sensación es la de estar en medio de una batalla campal, con peligro real de ser alcanzado por los proyectiles en forma de hortaliza.
Tras esta primera salida, la fiesta del Jarramplas continúa por la tarde.
Mientras las mujeres preparan y visten a San Sebastián, el personaje volverá a hacer otra salida alrededor de las cuatro de la tarde y a recibir igual contestación por parte de los jóvenes y mayores del pueblo, es decir, lluvia de nabos como castigo.
Llegada la medianoche, y una vez cantadas las 'alborás' del santo, se cocinarán unas migas para todos los asistentes.
Los actos seguirán mañana con la celebración de la Misa Mayor, la procesión y el canto de las tradicionales roscas, y ya por la tarde se producirá la última salida de Jarramplas.
El traje de Jarramplas pesa 40 kilos y consta de una especie de armadura, también de fibra de vidrio, y un pantalón y chaqueta a los que se les cose más de 3.000 cintas de colores.
Esta peculiar fiesta tiene un origen «incierto», aunque se cree que Jarramplas fue un ladrón de ganado, al que los vecinos del pueblo, «cansados de sus hurtos», le hicieron frente con una «lluvia de hortalizas» que tenían plantadas en sus huertas, entre ellas nabos.
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