Caso Manuela Chavero: «El fallo más grande que cometí es no haber quemado el cuerpo»
ABC accede a la declaración del testigo protegido (un agente) al que Eugenio Delgado confesó el crimen y precipitó su detención
CRUZ MORCILLO
Martes, 18 de mayo 2021, 13:31
Seis meses tardó 'Blanco', el testigo protegido del caso Manuela Chavero, en ganarse la confianza total de Eugenio Delgado, el presunto ... autor de la desaparición y muerte de la mujer el 5 de julio de 2016 en la localidad pacense de Monesterio. Pero cuando lo hizo, consiguió que le confesara los hechos en el hotel Romero, a las afueras de Mérida, el 17 de septiembre del año pasado. Unas horas después los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil le colocaron las esposas y hallaron el cadáver de Manoli en una finca propiedad del detenido hasta la que les condujo. Esa confesión detallada ante 'Blanco' fue la que precipitó el arresto, dado que Delgado, tras consultar a un abogado de Sevilla, barajó ese mismo día entregarse, huir o esperar.
ABC ha tenido acceso a la declaración que el testigo protegido hizo al día siguiente ante la UCO y, aunque en ningún momento se le identifica, todos los datos apuntan a que se trata de un peculiar agente encubierto o infiltrado (no regulados en delitos contra las personas). Tras la confesión, él «dio inmediata cuenta a su superior jerárquico» y explicó que la finalidad de los contactos mantenidos con Delgado desde marzo de 2020 -«encuentros personales en distintas localidades, principalmente de Badajoz»- era favorecer «la instalación de medios técnicos autorizados judicialmente u otras actividades operativas».
Cambiar el suelo
Al cabo de cuatro años sin rastro de Manoli, a finales de agosto pasado los investigadores escenificaron un nuevo registro en la casa de la víctima y se deslizó la noticia de que había llegado una carta anónima que le señalaba. El 16 de septiembre 'Blanco' y Delgado se citan. Eugenio estaba «visiblemente nervioso y preocupado». Llega a plantear a su 'amigo' la posibilidad de abandonar España, aunque tenía el pasaporte retirado; se sabe investigado, ya había declarado en varias ocasiones y los rumores en Monesterio se acrecientan.
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Jueves, 17 de septiembre. Eugenio llama por teléfono a 'Blanco'. Está en Sevilla para asesorarse con un abogado, pero quiere verle. «No voy a salir bien parado», «el abogado me dijo que si le pasase a él, iría a contarlo hoy mismo», le dice, siempre según la declaración del testigo protegido. Se citan en el hotel Romero. El agente piensa que Eugenio está sopesando huir de España. En el cara a cara confirma la sospecha. «He matado a Manuela Chavero y tengo el cuerpo escondido en una finca», le confiesa.
La noche de los hechos pasó por delante de la casa de su vecina, vio luz y llamó para que recogiera la cuna que le había prestado ella. Allí tuvieron un «tira y afloja», la mujer se cayó, quedó inconsciente y empezó a sangrar. Delgado preguntó a 'Blanco' si al cabo de tanto tiempo habría restos de sangre en el suelo. Había fregado muchas veces y se planteó cambiar el gres entero pero no lo hizo para no dar explicaciones a su madre. Se puso nervioso y entonces recordó la zanja que unos cazadores abrieron en su finca, en una antigua zorrera.
Selló la tumba
Metió a Manoli en su Opel Vectra y condujo hasta la finca «La Encina» por un camino «ilógico» para evitar las cámaras de seguridad, aunque creía que una no pudo esquivarla. Arrojó el cuerpo a la zanja y lo tapó, alumbrándose con las luces del coche porque no llevaba el móvil. Luego se planteó entregarse, abandonar el país o callar y esperar. Su opción favorita era huir, según el testigo.
Pasado un tiempo regresó a la tumba con un palé de bloques de hormigón para hacer un nicho. Solo encontró ya huesos. El cráneo de la mujer lo cogió y lo tiró a un metro. Ahí excavó y lo cubrió con tierra y piedras. Selló los demás restos de la víctima y su intención era construir una nave encima.
«El fallo más grande que cometí en mi vida es que el cuerpo esté allí, lo idóneo hubiera sido quemarlo», admitió al que creía su amigo. Antes de hablar con él, de vuelta de Sevilla contó lo mismo, según dijo, a un tío suyo, al hombre que le ayudaba con los caballos y a un mecánico. Había mentido a la Guardia Civil sobre el teléfono que tenía en aquella época y que aún conservaba en su casa: «Otro fallo que he cometido».
Según él, lo que más le preocupaba era perjudicar a su madre y a su hermana si se entregaba, por la trascendencia mediática y por el perjuicio económico. El abogado lo llamó en mitad de esa cita. 'Blanco' percibió la duda. Delgado quería visitar a su tío, al letrado de la familia y a su madre y hermana en Ponferrada antes de decidir. No tuvo tiempo. Esa tarde la UCO ya lo esperaba.
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