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Los tesoros mejor guardados de Albacete

Repleta de rincones con encanto y pueblos de película se presenta esta provincia manchega, una de las grandes desconocidas del territorio nacional

Álvaro Romero

Jueves, 15 de agosto 2019, 00:27

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  1. La provincia de Albacete es, sin duda, una de las grandes desconocidas del territorio nacional. Poco frecuente entre los deseos de viajeros y turistas, todos aquellos que deciden visitar este lugar quedan prendados de su belleza. Situada en Castilla La Mancha, regala a los curiosos infinidad de experiencias únicas, pueblecitos llenos de encanto y espacios naturales mágicos donde disfrutar de la fauna y flora local. A todo esto se suma la amabilidad de sus gentes, siempre hospitalarias; y la magnífica gastronomía que allí se trabaja, basada en recetas humildes que han pasado de generación en generación y que en la actualidad se han convertido en auténticos manjares. Visitar Albacete es una experiencia completa, donde se deben conocer rincones como estos:

  1. Alcalá del Júcar, vigilando la Mancha

    Alcalá del Júcar se encuentra situado en el noroeste de la provincia de Albacete, en la comarca de La Manchuela. El río no solo forma parte del nombre del pueblo, es también el elemento más importante de la región. El municipio se acopla al cauce y a sus meandros dibujando una preciosa estampa que no deja indiferente a nadie y que le valió para ser declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1982. Además pertenece a la red de Pueblos más Bonitos de España. El núcleo urbano se reparte por el cerro con calles inclinadas y angostas. Todas ellas ascienden en dirección al castillo, enclave que culmina la subida, desde donde disfrutar de unas espectaculares vistas panorámicas del entorno. A lo largo del trayecto es posible descubrir la arquitectura popular manchega, con un inmaculado color blanco tiñendo los muros.

  1. Ayna, la Suiza manchega

    Conocida con el sobrenombre de «la Suiza manchega», la pintoresca localidad de Ayna se encuentra enclavada en la Sierra del Segura, al sur de Albacete. Discurre en paralelo al cañón del río Mundo y se ha sabido adaptar perfectamente a las condiciones geográficas del terreno, sacando el máximo partido del mismo e integrándose a la perfección en un abrupto enclave natural cuya belleza queda fuera de toda duda. Aún conserva vestigios de pueblos pasados y un importante legado histórico, con pinturas rupestres paleolíticas, los restos del castillo de la Yedra o la ermita de Nuestra Señora de los Remedios. Todo ello siempre al abrigo de un trazado laberíntico que discurre por donde manda el terreno, respetando de manera hermosa a su orografía.

  1. Jorquera, un viaje al medievo manchego

    A pocos kilómetros del ya mencionado pueblo de Alcalá del Júcar se alza Jorquera, en la misma región, La Manchuela albaceteña. Arropado en uno de los meandros que dibuja el cauce del río Júcar, y sobre un espectacular peñón, se alza imponente este lugar de aspecto y carácter medieval. Una visita perfecta para todo amante de la naturaleza y la cultura, dos aspectos que se dan la mano en la localidad. Recorriendo el pueblo el viajero podrá ir contemplando y descubriendo los diferentes vestigios de pueblos pasados que allí decidieron asentarse. Cuida importantes edificaciones religiosas como la iglesia de Santa María de la Asunción o la ermita de Nuestra Señora de Cubas; además de otras de carácter militar como los restos de la muralla almohade levantada durante el siglo XII o la torre Blanca, del XV. Caminando por el trazado urbano se divisan blasones nobiliarios que hablan de historia y lucha de poderes.

  1. Yeste, mixtura de estilos artísticos

    La hermosa localidad de Yeste brilla con luz propia en plena serranía del Segura, donde la huella de la historia se aprecia en cada uno de sus rincones y el tiempo parece pararse. Allí los elementos arquitectónicos más destacados captan todas las miradas ofreciendo una curiosa mezcla de estilos, vestigios romanos y musulmanes que se intercalan con el vasto y omnipresente linaje medieval. En la altura se alza el castillo, de semblante robusto e imponente. Preside el pueblo y guarda un bonito patio de armas. De bella factura son también el convento de San Francisco, con su bonito claustro y la parroquia de la Asunción, una mezcla de estilos donde se aprecian líneas góticas y renacentistas. Entre sus calles es fácil toparse con el Ayuntamiento, edificio de estilo renacentista, y con diferentes casas de arquitectura tradicional civil que albergan hermosos patios.

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