Vivir al límite
Editorial ·
La disparidad entre ingresos y gastos lleva al consumidor a recurrir a los ahorros o a endeudarse a largo plazo para pagar gastos a cortoDomingo, 17 de septiembre 2023, 08:44
La economía española parece instalada en un ritmo de vida que no se corresponde con su nivel de activos e ingresos, algo aplicable no solo ... a los ciudadanos, sino también a las instituciones públicas. La economía de la zona euro azotada por la inflación, el freno del crecimiento y los altos precios de la energía no genera la suficiente riqueza para sufragar los gastos que se ejecutan y los estados se lanzan a un alto endeudamiento que va camino de convertirse en estructural. Las instituciones se han instalado en el gasto sistemático convirtiendo en derecho, y financiando, cualquier necesidad a favor de los intereses políticos del gobierno de turno. A nivel de economías domésticas la inflación persistente y la pérdida de poder adquisitivo está llevando a muchas familias a vivir al límite de sus recursos o a gastar por encima de sus posibilidades.
El precio del aceite es la metáfora de nuestro tiempo al convertirse en un artículo de lujo lo que formaba parte de la cesta de los productos de primera necesidad. Los alimentos, en general, se han disparado por encima del 10% afectando a productos básicos como los huevos, la leche, el azúcar, las patatas y el arroz, mientras los paquetes turísticos han subido un 13% de media y la cultura y el ocio, un 7%. La disparidad entre ingresos y gastos la está afrontando el consumidor recurriendo a los ahorros o a endeudarse a largo plazo para pagar gastos a corto como el ocio y el turismo. Está acreditado además que la cesta de la compra de muchas miles de familias se vacía de productos frescos, en beneficio de alimentos procesados más baratos y menos saludables. En esta coyuntura de riqueza ficticia se acumulan los síntomas del desequilibrio en las economías familiares que no pueden afrontar gastos imprevistos o que dejan cuentas bancarias al descubierto.
Precisamente, la resistencia de las entidades bancarias en España a remunerar de forma equitativa los depósitos y los ahorros agrava el desequilibrio entre ingresos y gastos. El obligado ajuste debe llegar, fundamentalmente, por dos vías: el incremento de los salarios por parte de las empresas y la rebaja y eliminación de impuestos por parte de las administraciones locales y estatales. Ambas actuaciones, junto a una conciencia individual para reducir la asimetría entre recursos y gastos, pueden ayudar a digerir la bola de inflación y decrecimiento que aprieta a las economías domésticas y públicas.
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