El 5 de noviembre es una fecha muy señalada para los británicos. El pasado sábado, un fabuloso espectáculo de fuegos artificiales culminó en Londres una ... semana de festejos en la que, desde hace más de cuatrocientos años, las familias se reúnen para degustar platos típicos, prender hogueras y quemar peleles que les recuerdan a Guy Fawkes, Guido para sus amigos españoles.
Guido, un católico inglés que había combatido junto a los tercios del duque de Alba en la Guerra de los Ochenta Años, fue el tonto útil de la Conspiración de la Pólvora, la conjura que en 1605 trató de acabar con el reinado de Jacobo I, que dos años antes sucedió a su tía Isabel en un nuevo capítulo de Juego de Tronos. La reina virgen, última Tudor y azote del catolicismo, había mandado prender y ejecutar a María Estuardo, madre de Jacobo, por lo que puede imaginarse la ilusión que le hizo calzarse la corona de Inglaterra e Irlanda, a la que sumó la de Escocia, que ya por entonces exhibía sobre la testa. El nuevo rey no era tonto y firmó la paz con España, pero estaba obsesionado con la brujería y se comportó de inmediato como un monarca absoluto: acaudilló el protestantismo y las persecuciones de los católicos estaban al cabo de la calle.
Los motines y levantamientos no se hicieron esperar. Un grupo de trece conspiradores, entre los que se encontraba Guy Fawkes, decidieron acabar con Jacobo el 28 de julio de 1605, fecha en la que debía presidir la solemne apertura de las sesiones parlamentarias, haciendo detonar treinta y seis barriles de pólvora que lograron reunir en secreto bajo la Cámara de los Lores. Sin embargo, una repentina epidemia de peste retrasó la ceremonia hasta el 5 de noviembre, dando tiempo a que los conjurados fueran delatados, arrestados, torturados y finalmente condenados a muerte. El día señalado, Guy Fakwes saltó del cadalso y se rompió el cuello, ahorrándose el tormento, aunque no que su cuerpo fuera descuartizado y repartido por las cuatro esquinas del reino, como aviso a navegantes.
En los años ochenta del pasado siglo Alan Moore y David Lloyd rescataron al personaje, trasmutado en anarquista justiciero, para 'V de Vendetta', una serie de cómics que transcurrían en un futuro distópico. El éxito tuvo su correlato cinematográfico en 2005 y puso de moda una máscara, basada en los rasgos faciales de Fawkes, que se convirtió en símbolo cuando los 'hackers' de Annonymus comenzaron a utilizarla para rubricar sus actos.
A veces pienso que, embaucados por Nigel Farage y otros tontos útiles, los británicos detonaron su particular barril de pólvora el 23 de junio de 2016, dando pábulo a la teoría de una venganza fría y largamente larvada desde hace más de cuatrocientos años. Y que el Brexit, que desde entonces se ha llevado por delante una reina y cuatro primeros ministros, merece por derecho una fiesta propia, con pastel de manzanas, hogueras, peleles y fuegos artificiales. Siquiera, como aviso a navegantes.
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