La agonía del campo
Pilar Pérez Peña
Miércoles, 23 de abril 2025, 23:00
La agricultura y la ganadería han sido, durante siglos, los pilares de Extremadura. Cuando el 25 de marzo de 1936 más de 60.000 jornaleros ... extremeños ocuparon fincas de latifundio de la provincia de Badajoz para salir de la pobreza no imaginaban que, casi un siglo después, el sector primario seguiría sumido en una crisis profunda.
Una crisis alimentada, entre otros factores, por el cambio climático: las cuatro estaciones se han reducido a dos. Cuando llegan las lluvias, lo hacen de forma más intensa e irregular, y sufrimos más olas de calor. Han aumentado las plagas y mosquitos que antes no existían. El paisaje del campo está cambiando: ya no se ven codornices, pero sí muchos meloncillos que están exterminando a la gallineta de río. Este año se han visto muchas garzas negras, y, sin embargo, pocas grullas.
Los precios de origen están estancados, no se paga al agricultor por el verdadero valor del producto. A esto se le suma la competencia desleal: productos importados de Marruecos o Latinoamérica llegan a precios más bajos sin cumplir los mismos requisitos de calidad o laborales. Otro gran problema es la falta de relevo generacional: muchos jóvenes no ven futuro en el campo por la falta de rentabilidad. El descontento crece, mientras miles de funcionarios dedicados a los agricultores y ganaderos no consiguen facilitar las cosas. El sector está asfixiado por la burocracia y por unas normas verdes difíciles de cumplir sin el suficiente apoyo.
Las subvenciones de la PAC (Política Agraria Común) son muy polémicas. Se otorgan según las hectáreas que el agricultor tenga, y bajo ciertas condiciones como cumplir con las normas medioambientales. Son subvenciones injustas, porque paradójicamente los que más reciben son los que más tienen: las grandes explotaciones. Muchos agricultores siguen sin entender por qué cultivos como el tomate, el arroz o el tabaco tienen ayudas asociadas. Antiguamente eran cultivos sociales, con recolección manual, pero ahora la recolección es mecánica. Muchos comentan que estos cultivos conservan privilegios por motivos políticos o históricos.
La PAC necesita una reforma profunda para que sea eficaz. Se debería acabar con los casos absurdos, como quienes cobran por tener alguna hectárea sin producir, o quienes cultivan sólo por las ayudas sin estar profesionalizados. Se debería eliminar el trato de favor hacia ciertos cultivos, y premiar más la innovación y la adaptación al cambio climático. Hace falta un enfoque territorial justo: las ayudas deben responder a las necesidades reales de cada agricultor y cada territorio, para fomentar un desarrollo rural integral y no sólo mantener cultivos puntuales. Extremadura necesita un modelo propio, no una copia de otras realidades europeas.
Necesitamos al agricultor. Mi tío Pepe, que sabe mucho de campo, dice que el monte se hace viejo y agoniza porque cada vez se remueve menos la tierra. Comenta que, si la tierra no se trabaja, la región acabará convirtiéndose en un desierto. Si la tierra no se remueve la lluvia no penetra, resbala por la superficie, y no alimenta los acuíferos. Esto perjudica a las aguas subterráneas, pozos, fuentes naturales y manantiales. Cuando la tierra drena se ayuda al ciclo natural del agua. Desgraciadamente, no se cuida la tierra: no se poda lo suficiente, no se practica ganadería extensiva, no se prepara el terreno. El campo se muere y hay que poner remedio.
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