Mi vocación no está en venta
Marcos Conde gallego
Estudiante de Medicina de la Universidad de Extremadura
Martes, 17 de junio 2025, 08:14
Fecha para la historia, 13 de junio de 2025, el día que los médicos se echaron a las calles y las batas blancas cayeron al ... suelo. Protestas por nuestras condiciones laborales, nuestro futuro, un sistema sanitario enfermo y por nuestros pacientes. Como miles de jóvenes en España, entré a esta carrera, Medicina, con vocación, con ilusión, con el sueño de ayudar a los demás a través de la ciencia, el esfuerzo y la entrega.
La sanidad pública española, antaño orgullo nacional y referente europeo, vive hoy sus horas más bajas. No por la falta de profesionalidad ni talento, sino por la pésima y desastrosa gestión de quien hoy dirige el Ministerio de Sanidad, Mónica García. Su llegada a la institución estuvo envuelta con cierto optimismo: «Ha llegado una de los nuestros»; dos años después, queda claro que su cargo responde más a intereses partidistas e ideológicos que a un verdadero compromiso con el estado de bienestar que abandera de izquierda.
Mientras presume de re-construir un Sistema Nacional de Salud sostenible y justo; la realidad muestra recortes encubiertos como en los fármacos oncológicos, una financiación irrisoria para salud mental, reformas que coartan libertades al personal sanitario, abandono de pacientes ELA y una deslealtad absoluta a esta profesión. Todo bajo el pretexto de la falta de fondos, los mismos que son utilizados en la condonación de la deuda catalana, el pago de las fiestas y señoritas de compañía en las tramas que envuelven al PSOE.
El nuevo Estatuto Marco no es una reforma, es una agresión a la dignidad del personal sanitario. Y como estudiante de Medicina, lo leo con una mezcla de asombro, rabia y desesperanza ¿Este es el país que me espera como médico? ¿Esto es lo que se entiende por «modernización del sistema»?
Lo más insultante son las guardias de 24 horas que siguen existiendo. En pleno siglo XXI, los médicos deben trabajar durante un día entero sin descanso, con decisiones críticas, sin que esas horas de más se cuenten como cotización para la jubilación ¿Eso es cuidar al profesional? No, es exprimirlo.
Pero hay más. El Estatuto permite que el personal sanitario pueda ser trasladado de un centro a otro, incluso sin su consentimiento, bajo criterios absolutamente arbitrarios. La estabilidad laboral desaparece y da paso a un sistema de movilidad forzosa, más propio de un régimen autoritario que de una democracia.
El Estatuto abre la puerta a los contratos de corta duración como norma, no como excepción. Médicos con contratos de semanas, días o incluso horas. Así se pretende cubrir plazas estructurales. Además, pretenden la dedicación exclusiva de los jefes de servicios y sección ¿Qué es la libertad de oficio o profesión?¿Dónde queda la conciliación familiar a la que tanto apela su compañera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, para reducir la jornada laboral?
Y, por si fuera poco, el nuevo texto permite ampliar la jornada laboral de los sanitarios en determinadas circunstancias, dejando la puerta abierta a abusos sistemáticos. En lugar de reforzar plantillas, se opta por explotar aún más a los que ya están dentro. Además, hay que sumar la supresión de las comisiones de servicio sin criterios claros, lo que impide la carrera profesional real y la investigación. Como de costumbre, se premia al mediocre y se castiga al mérito y el esfuerzo.
¿Cómo se van a cubrir las vacantes? ¿Qué jóvenes vamos a querer quedarnos en este país? Se está institucionalizando la precariedad y forzando una huida masiva al extranjero.
En la otra cara de la moneda nos encontramos con Extremadura, donde la consejera de Salud y Servicios Sociales, Sara García Espada, ha demostrado que otra forma de gestionar es posible, incluso en una región con enormes retos demográficos y territoriales.
Los datos hablan por sí solos, las 227 plazas MIR ofertadas este año han sido cubiertas, lo que rompe con una tendencia histórica de vacantes. Es el resultado de una estrategia de atracción basada en incentivos reales, en la mejora de condiciones laborales con contratos de hasta 3 años prorrogables y el respeto al trabajo de los profesionales sanitarios.
Como conclusión, no pedimos privilegios, pedimos dignidad. Queremos quedarnos, formarnos aquí, cuidar a nuestros pacientes sin tener que elegir entre vocación y supervivencia. Pero con este Estatuto Marco, con el desprecio a Muface, con el abandono de enfermos ELA y con la corrupción campando a sus anchas, se hace imposible. O el Gobierno rectifica, escucha y pone a los profesionales en el centro, o el futuro de la sanidad española será terminal. Y nosotros, los estudiantes, no vamos a quedarnos de brazos cruzados viendo como nos expolian nuestro futuro.
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