Recuperar la credibilidad
Quien aspira a dirigir la vida de más de un millón de extremeños durante los próximos cuatro años debió calcular sus opciones, analizarlas y actuar en consecuencia
Si María Guardiola cree que lo peor ha pasado –tragarse el sapo verde–, no sabe lo que le aguarda para recuperar su credibilidad. La ... candidata a gobernar Extremadura es consciente de que debe reconquistar a sus votantes y a otros, y este viernes dio tímidos pasos verbales en ese sentido, pero no gestuales. Su cara decía bastante más que sus palabras, frases de argumentario político obligado para defender un acuerdo que llega tarde y con daños colaterales. Que Guardiola vea a Vox como un adversario –cuando desde la misma noche electoral sabía que lo necesitaba–, le va a complicar una legislatura en la que también tendrá que entenderse con un PSOE al que regaló la Presidencia de la Asamblea y que puede utilizar esta cámara para ejercer de oposición, como ya lo ha hecho al convocar el pleno de investidura de Guillermo Fernández Vara, aun sabiendo que carecía de apoyos y sin atender la petición del PP de más tiempo para fraguar un acuerdo con Vox.
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Los errores de estrategia y la bisoñez de la candidata son conocidos, pero no sirven de excusa. Quien aspira a dirigir la vida de más de un millón de extremeños durante los próximos cuatro años debió calcular sus opciones, analizarlas y actuar en consecuencia, pero no con declaraciones de principios que ha traicionado, lo que le ha obligado a verbalizar que su «palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños». A la misma hora en que ella se expresaba así, su jefe, Núñez Feijóo, que la obligó a acelerar el pacto, decía, desafortundamente para Guardiola: «Sin palabra no hay política».
El valor de la palabra no cotiza. Frente a un «no he mentido nunca» de este viernes de Guardiola se sitúa la misma declaración de Pedro Sánchez, quien dice que sus cambios de opinión no son mentir, sino rectificar. El PSOE no podrá atacarla mucho por ese flanco, pero sí en el de la gestión. Tras casi cuarenta años en el gobierno de la región, los socialistas pasarán a ejercer la oposición a un Ejecutivo novato, sin experiencia y que tiene la obligación de transmitir seguridad a los ciudadanos pese a sus públicas desavencias.
El programa presentado este viernes y que defenderán en la nueva legislatura es superficial, obvio, redactado para no ofender con la nomenclatura y un ejercicio de concesiones del PP para dar forma a un pacto rechazado por Guardiola hasta el domingo pasado, cuando Núñez Feijóo le pidió que aflojara, y exigido por Abascal, que se ha salido con la suya: entrar en el gobierno. Ambos líderes nacionales tenían prisa por cerrar la crisis extremeña, lo que ha acelerado un pacto que recuerda al mediático «matrimonio sin amor» del PP de Fernández Mañueco y el Ciudadanos de Francisco Igea en Castilla y León en 2019. Aquel matrimonio de conveniencia se divorció dos años después con un adelanto electoral.
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