Pactos ¿para qué?
Luis Ángel Ruiz de Gopegui Santoyo
Domingo, 13 de agosto 2023, 07:59
Dada la dificultad para formar gobierno conforme al resultado de las elecciones generales, han surgido varios articulistas proponiendo un pacto entre las dos formaciones con ... mayor número de escaños, PP y PSOE, que sumarían ampliamente la mágica cifra de 176 votos en el Congreso y podrían legislar con cierta comodidad sin tener que ceder ante las presiones –o medio chantajes– de otras fuerzas minoritarias.
La pregunta es pactar ¿para qué? Obvia la respuesta: para gobernar. El problema, la enjundia, es el contenido de los pactos, el meollo de los objetivos, de las ideas que se persiguen materializar.
Nos vamos a ajustar a un teórico planteamiento de las necesidades que tiene en estos momentos España:
–Reforma de la Constitución para adecuarla a los nuevos tiempos (incluida la sucesión de la Corona).
–Reforma de la elección de jueces en la alta magistratura.
–Reforma de la fiscalidad.
–Reforma de la financiación autonómica.
–Reforma de la Ley electoral.
–Reforma sobre la financiación de la sanidad pública.
–Reforma de las leyes de migración y acogida.
–Leyes sobre el cambio climático.
Y muchas más que están en el ánimo de los analistas políticos, mientras se atiende al día a día de las exigencias perentorias, la inflación, la guerra de Ucrania, el gasto militar, la aplicación de la Ley de Educación, etc., y todo dentro de los presupuestos existentes, freno definitivo a las divagaciones de muchos soñadores.
Todo pacto posible entre dos formaciones de distinta ideología requiere concesiones mutuas si se pretende alcanzar algún final. Y descendemos a lo concreto: ¿Quién sería el presidente? ¿El más votado o el que puede conseguir más apoyos en el Congreso, dado que estamos en un régimen no presidencialista? Bien, acudamos a la generosidad y se llega a un acuerdo. Puede valer cualquier fórmula, el caso es avanzar.
En toda negociación sobre temas tan complejos, se formarían distintas mesas de trabajo. ¿Fiscalidad? Parece que hay visiones tan contrapuestas como la que pretende el PP de suprimir el impuesto a la banca.
¿Memoria histórica? 'Vade retro', olvidemos el pasado pero que sigan pudiendo enterrar a sus muertos los del bando perdedor.
¿Nacionalismos? ¿Estado plurinacional? ¿Federal?
¿Educación? ¿Sanidad? Más pública, ¿o también privada?
¿Freno a la emigración cuando necesitamos mano de obra?
¿Cultura o más apoyo a la tauromaquia?
Podríamos seguir enumerando cuestiones que están en el debate diario entre los dos bloques derecha-izquierda, que en el plano teórico podrían ir solucionándose con generosidad mutua en aras del futuro de la nación. Pero la realidad es muy tozuda. Cuando leemos día tras día las declaraciones de políticos, en especial de la derecha y ultraderecha incluyendo los pactos establecidos en municipios y comunidades autónomas hasta el momento que van en dirección diametralmente opuesta a las pretensiones de la izquierda, ¿creen factible un mínimo entendimiento? Damos por sentado que se olvidarían los insultos y mentiras vertidas hasta el momento en la campaña electoral y que continúan.
En política todo es posible. Y nos consta que muchas personas, con buena fe, consideran que una solución sería el pacto entre las dos fuerzas que han recibido más votos de los españoles, para soslayar las presiones de otros partidos minoritarios. Pero en la praxis política actual no basta con las buenas intenciones. Y las obras, y no las buenas razones, están muy lejos en estos momento para soñar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión