Lecciones de un crimen machista
Análisis ·
Tantos años y víctimas después siguen existiendo desajustes en el sistema a la hora de proteger a algunas mujeresEs muy difícil hablar de otra cosa cuando la actualidad golpea tan duro como esta semana con el asesinato en Valencia de Alcántara de la ... joven de 30 años Imane Saadaoui a manos de su marido Badr, de 41, que ha confesado el crimen. ¿Qué ha fallado para que una mujer que denunció malos tratos, tuvo una orden de protección y hasta el último momento permaneció dentro del sistema de atención social a las víctimas de violencia de género haya acabado asesinada?, nos preguntamos ahora. Hay quien ha intentado cargar las tintas contra personas concretas que habrían tomado decisiones puntuales equivocadas, pero eso es fácil a posteriori y seguramente también injusto. Habría que mirar más bien al propio sistema y los desajustes que, tantos años y víctimas después, siguen existiendo, sobre todo a la hora de proteger a mujeres que, por los motivos que sean, se resisten –o se arrepienten a última hora– a cortar por completo sus lazos con los agresores. No olvidemos que son ellos los verdaderos culpables nítidos, evidentes y con los que no caben las tonalidades en estos crímenes machistas, pero eso no anula la necesidad de identificar y corregir las imperfecciones del procedimiento.
Se trata de una pareja marroquí que no llevaba mucho tiempo en España. A pesar de que el nuevo delegado del Gobierno no lo considere así, seguramente por miedo a dar pie a un discurso de odio, la nacionalidad sí es relevante porque ayuda a entender mejor el desamparo de una víctima que vivía en un país extranjero sin esa red de apoyo familiar y social que algunas veces –otras no, por desgracia– puede servir como pantalla de protección entre la víctima y el agresor. En este caso parece que ha sido incluso al revés, que fueron algunos parientes quienes desde la distancia la animaron a no romper la relación y a retirar los cargos por maltrato que había presentado a principios de este año contra el que acabó siendo su verdugo. No se pueden erradicar por completo los asesinatos machistas porque a veces se dan situaciones imposibles de prever y de evitar, pero es un horizonte hacia el que debemos dirigirnos como sociedad. En la muerte de Imane el sistema no ha funcionado como debería. Así lo han reconocido sin medias tintas políticos como el alcalde de Cáceres y lo han insinuado, aunque de forma menos directa, otras autoridades con competencias directas en materia de violencia de género.
Ha sido una semana de duelo y manifestaciones de dolor y condena, que están bien y son necesarias. Mientras, cabe preguntarse si la atención a las víctimas también se debería extender en alguna medida después de la muerte, para que no haga falta organizar colectas tan tristes como la que han puesto en marcha algunos allegados para juntar los 2.500 euros que cuesta llevar de vuelta a Marruecos el cuerpo de Imane.
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