Las cacas de Conan
Milei tiene cinco hijos de cuatro patas cuyos nombres son Conan, Murray, Milton, Robert y Lucas
Julián Rodríguez Pardo
Lunes, 10 de febrero 2025, 22:57
Mientras algunos líderes de la extrema derecha europea se reunían esta semana en Madrid para hablar de sus cosas, yo respiraba aliviado al saber que ... Javier Milei, el presidente argentino, no vendría. No porque yo no lo vea, con sus patillas ochenteras, en el papel de Pancho en un futuro remake de 'Verano azul', sino porque Milei es papá de cuatro perros y cada mañana, antes de ducharse y ponerse a gobernar, dedica una hora a jugar con ellos y, supongo, pedirles consejo sobre sus decisiones. Y, como le dije a un amigo, yo me tomo lo de la paternidad perruna muy en serio. Por eso, en cuanto se monta en el autobús alguien con un cochecito de bebé, pero con su perrito dentro, corro a dejarle mi sitio –por si está en estado de buena esperanza de otro– y hasta levanto a quien vaya en el asiento de minusválidos, si es necesario. ¡Solo faltaba!
El caso es que Milei tiene cinco hijos de cuatro patas cuyos nombres son Conan, Murray, Milton, Robert y Lucas. Los cuatro últimos, bautizados así en honor de los economistas preferidos de su papá; y el primero de ellos, en honor de Conan el Bárbaro. ¡Sí! ¡Ay, si Freüd levantara la cabeza! Y como los animalitos fueron clonados a partir del primer Conan que Milei había tenido hace unos cuantos años, se parecen como gotas de agua y, a la hora de comprobar si ya están todos en casa por la noche, no hay forma humana: los animalitos se mueven, Milei tiene que volver a empezar, se le mueven otra vez, al hombre le dan las tres de la mañana contando, su cabeza no descansa lo suficiente y, después, en Argentina, pasa lo que pasa.
El primer Conan, el perro, era grande como Niebla –el San Bernardo de Heidi–, pero más de derechas, claro. Como su dueño. Por eso, antes de que Milei se mudara la Quinta de Olivos –la residencia presidencial– tuvo un enfrentamiento con una vecina kirchnerista de edificio. Aunque, en realidad, el altercado no fue por la política, sino por las cacas de Conan. El hoy presidente sacaba habitualmente a su hijo-perro luciendo una camiseta que contenía una frase de Ronald Reagan: «El estado no es la solución, más bien es la causa de los problemas». Y la vecina le abroncaba mientras él se limitaba a ignorarla. Hasta que un día el pobre Conan sufrió un movimiento de tripa inesperado y, como Milei ya no llevaba bolsita adicional para hacerse cargo de lo que parecía uno de los bombardeos de la guerra de las Malvinas, ella se metió con el dueño… ¡y con el perro! Él –porque a un hijo no se le toca– la insultó llamándole «zurda de miércoles»…, que en español vulgar significa «roja de mierda». Tal cual.
Decía hace unos meses Dan O'Neill, profesor de la Real Escuela de Veterinarios de Londres, que si los humanos nos extinguiéramos, los perros se aparearían entre sí y se fundirían en una única raza perfecta. Yo me pregunté qué ocurriría si los perros se extinguieran y los humanos siguiéramos apareándonos entre nosotros… Y me temo que no acabo de ver lo de la nueva raza perfecta. Pero estas cosas tan serias, pienso yo, habría que preguntárselas a Milei; o mejor…, ¡a Conan!
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