Un esfuerzo por la salud mental
Análisis ·
Una sociedad que presume de prestar cada vez más atención al bienestar psicológico de la gente no puede fallar en lo más básico: el sistema sanitarioPresumimos de contar con uno de los mejores sistemas públicos de salud del mundo y así lo reconocemos la mayor parte de los usuarios, también ... quienes nos quejamos de las demoras en conseguir cita con el médico de familia o de las listas de espera. Sabemos que, al menos en Extremadura, no hay nada mejor cuando se padece un problema grave de salud que ponerse en menos de la sanidad pública, en la que acaban a menudo incluso quienes cuentan con seguros privados.
Pero el sistema que sostenemos entre todos sigue teniendo una laguna importante: la salud mental. Un ejemplo son los testimonios recogidos en la información que hoy firma en estas páginas Cristina Núñez, pacientes que relatan las graves carencias que se encontraron en su paso por la planta de Psiquiatría del hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres. También habla el responsable de Salud Mental del área cacereña, quien defiende el servicio pero reconoce que la falta de medios hace que la atención que se dispensa a los usuarios diste de ser la ideal.
Por la planta de Psiquiatría pasan normalmente personas que sufren un brote agudo de su enfermedad mental que requiere hospitalización, y a menudo también quienes han tenido intentos de suicidio. Es un lugar estigmatizado al que preferimos dar la espalda como sociedad. Es cierto que el trato que se dispensa a las personas con enfermedad mental grave ha mejorado mucho en las últimas décadas y ya no ocurren los horrores de antaño, pero aún hay que hacer un esfuerzo para que el nivel de la calidad asistencial alcance al que se presta en otras especialidades médicas.
No hace falta irse a la psiquiatría ni a los casos más graves para ver las carencias del sistema. Todos conocemos a personas aquejadas de algún problema psicológico que, si pueden permitírselo, no dudan en ponerse en manos de profesionales privados antes que acudir a la sanidad pública, donde los pocos que se aventuran acaban a menudo frustrados por una falta de medios y de personal que imposibilita llevar a cabo tratamientos adecuados en una especialidad que requiere de una atención y un seguimiento constantes y muy personalizados de los pacientes para ser eficaz. Un sociedad como la nuestra, que presume de prestar cada vez más atención al bienestar psicológico y emocional de la gente, donde aplaudimos las campañas y los testimonios de famosos sobre salud mental, y donde sabemos que este es un problema al alza que cada vez afecta a personas más jóvenes, no puede permitirse fallar en lo más básico: el sistema sanitario.
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