El eterno problema del agua
Análisis ·
Cáceres ha recurrido a pozos, aljibes, fuentes, pantanos y trasvases sin alcanzar la solución definitiva que garantice su abastecimiento«El abastecimiento de agua en Cáceres es una sucesión de grandes ideas nunca llevadas a cabo». La frase es de Francisco Plaza, ... que la pronunció como jefe de los servicios técnicos del Ayuntamiento en una conferencia impartida en noviembre de 2007 en la Escuela Politécnica sobre el eterno problema de acceso al preciado elemento que ha sufrido la ciudad desde su misma fundación, y que a día de hoy sigue sin solucionarse del todo.
Cáceres no es autosuficiente en lo que se refiere al agua. Dejó de serlo cuando alcanzó una masa de población que superó la capacidad, primero de la ribera del Marco, los aljibes y las fuentes medievales, y después de los pozos de San Jorge excavados en el Calerizo a mediados del siglo XX. A finales de los sesenta superó los 50.000 habitantes y fue necesario construir el pantano del Guadiloba, un pequeño embalse de apenas 20 hectómetros cúbicos que empezó a funcionar en 1972 y pronto se quedó también pequeño, lo que llevó en 1992 a complementarlo con el trasvase desde el Almonte. Por el camino se fueron descartando otras soluciones más o menos imaginativas por su elevado coste, su dificultad de ejecución o, sencillamente, por la dejadez de los gobernantes.
El trasvase del Almonte, situado en la cola del pantano de Alcántara, sigue siendo la infraestructura de la que depende Cáceres para tener agua. Se trata de una dotación obsoleta que, si bien ha ido recibiendo algunas mejoras, se resiente cada vez que el nivel del agua disminuye a cotas tan bajas como las que tiene ahora el embalse debido a la falta de lluvias y, sobre todo, a la frenética actividad de generación hidroeléctrica de la central José María de Oriol. El trasvase se encuentra estos días operando al límite, con el agua apenas un metro por encima del nivel en el que deja de funcionar, lo cual implica no solo el riesgo de dejar de nutrir al Guadiloba, sino también que la calidad del agua que llega a los hogares de los cacereños sea menor.
Entre esas «grandes ideas nunca llevadas a cabo» que mencionó Francisco Plaza en su conferencia, ocupa un lugar de dudoso privilegio –entonces él aún no lo sabía– el proyecto faraónico (y fallido) de trasvasar agua al Guadiloba desde Portaje, un embalse situado entre Torrejoncillo y Pescueza, nada menos que a 65 kilómetros. Pese a las advertencias en contra de muchos técnicos, entre ellos el propio Plaza, las obras comenzaron en diciembre de 2007. Todo fue mal desde el principio y el proyecto se acabó cancelando por irrealizable tras engullir 60 millones de euros de dinero público, un fiasco del que nunca nadie se hizo responsable ni se buscaron culpables.
La alternativa, que Cáceres aún sigue esperando y que acumula retraso tras retraso, es el traslado del actual trasvase unos kilómetros río abajo, más metido en el pantano del Alcántara, con mayor capacidad de bombeo y menos sensible a las variaciones en el nivel del agua. En teoría, se trata de una solución permanente, definitiva, que costará unos 24 millones de euros y mejorará tanto la cantidad como la calidad del agua que beben los cacereños sin necesidad de que nos pasemos la vida pendientes del cielo y de las turbinas de Iberdrola.
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