Va de pactos
Parece evidente que la postura de estos grupos independentistas no es negociar para llegar a acuerdos, sino chantajear a un partido, el PSOE, con muchos años de historia en España
Cipriano Hurtado Manzano
Lunes, 30 de octubre 2023, 07:56
Los resultados de las elecciones generales del 23 de julio están provocando incertidumbre en la sociedad española por los pactos que se puedan producir entre ... las distintas fuerzas políticas que componen el arco parlamentario. Hoy es difícil vaticinar quién será el próximo presidente de Gobierno.
El Partido Popular, apoyado por Vox y algún grupo minoritario, no ha logrado la investidura de su candidato a la presidencia del gobierno de España. La entrada de Vox en un posible gobierno de coalición ha sido fuertemente criticada, no tanto por los ciudadanos, sino por algunos grupos parlamentarios y por muchos medios de comunicación. Una barrera infranqueable para algunos grupos, ya que consideran que su entrada en el gobierno de España supondría un retroceso en nuestra democracia. Implicaría la merma de los derechos de la mujer y de los colectivos LGTB; la eliminación del estado de las autonomías y casi la vuelta del franquismo. Se ve muy mal que sus simpatizantes enarbolen la bandera de España, mostrarla es ser un «facha». Solo se puede ondear la bandera cuando juega la selección española de fútbol; tal vez sea lo único que nos une a los españoles, muchas veces enfrascados en disputas municipales, comarcales o territoriales. El signo que simboliza a toda una nación y orgullo de cualquier país se denigrada por exhibirla. No comparto muchas de los postulados y declaraciones de los miembros de Vox, pero para mí algunas de las críticas que se le hacen son exageraciones interesadas de otros grupos.
El pacto del PSOE con los separatistas, comunistas, golpistas y descendientes del grupo ETA parece ser que está mejor visto por algunos medios de comunicación. Un pacto chocante, que algunos quieren convertir en natural, para mantener a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.
España es un país conformado por 17 comunidades autónomas con una enorme riqueza histórica, cultural y patrimonial. Su lengua común es el castellano, el cuarto idioma más hablado del mundo. En nuestra nación el castellano está además enriquecido por otras lenguas vernáculas: catalán, euskera, gallego y valenciano, consideradas como lenguas oficiales del Estado. Nada que objetar su utilización en el Congreso de los Diputados, siempre que sirva para potenciar nuestro idioma y no como moneda de cambio para extorsionar a un Gobierno. Parece evidente que la postura de estos grupos independentistas no es negociar para llegar a acuerdos, sino chantajear a un partido, el PSOE, con muchos años de historia en España. Un chantaje de unos grupos que no representa ni al 30% del electorado, como reflejan los últimos resultados electorales. Unos diputados que desprecian a los españoles, pero que cobran de los impuestos que pagan esos españoles. Es un pacto sujeto a los devaneos y ocurrencias de unos pocos diputados, que no creen en nuestra nación y que su único objetivo es separarse y menospreciar a España y a su Constitución, éxito del entendimiento de todos los españoles.
Todo ello ocurre ante la pasividad de los militantes y simpatizantes socialistas. Solo han levantado la voz algunos militantes históricos del socialismo español para alertar de este pacto, aunque es bien sabido que estos históricos han perdido la fuerza que tenían años atrás. Pedro Sánchez llegó a la secretaría general de su partido y ejerce el control de forma absolutista, sin tener en cuenta ni a sus militantes, ni a su comité federal. De hecho, las últimas elecciones las convocó sin contar con su ejecutiva y ni siquiera con el conocimiento de sus ministros.
Si se produce la investidura de Sánchez, en el Congreso de los Diputados se aunaran los aplausos efusivos de los diputados del PSOE y la risa de los diputados separatistas. No por investir a un presidente, sino porque saben que están alcanzando sus objetivos: amnistía, condonación de la deuda y dinero adicional. La autodeterminación la quedarían para un posterior chantaje. Ese acto sería un día humillante para la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles. Pero no sería una sola jornada y pasar página, sino que supondría asistir en los meses sucesivos a una lista de exigencias y requerimientos. Los ciudadanos, ya saturados de las noticias y portadas de estos señores que cotidianamente nos abruman, asisten callados a este espectáculo.
La crispación ciudadana aumenta cada día. Los posibles pactos provocan rechazo en una sociedad dividida y enfrentada. Un pacto PP-PSOE, desgraciadamente, hoy día es imposible; por eso, a mi juicio, lo mejor para España, quizás no tanto para para estos partidos políticos, sería la convocatoria de nuevas elecciones. Y sí se volviera a repetir las misma situación que en las anteriores elecciones, que los dos grupos mayoritarios firmaran un acuerdo con luz y taquígrafos para que el partido con más escaños en el Congreso gobernara con la abstención del otro. Complicado. Pero los españoles lo agradecerían.
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