Esta España nuestra
No me gusta esta España tensionada y crispada en la que vivo. Me gusta la España de la paella, de Cervantes, de la Alhambra o el templo de Mérida, de Goya y Picasso, cosas y lugares donde los políticos no pueden intervenir
Cipriano Hurtado Manzano
Miércoles, 5 de junio 2024, 22:51
En una de las canciones de la cantante Cecilia decía el estribillo: «Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra». Pero esta España, como ... afirmaba el poeta, me va a helar el corazón. No me gusta esta España tensionada y crispada en la que vivo. El Gobierno de la nación lo conforma una coalición de dos partidos PSOE y Sumar. Un gobierno de coalición siempre es complicado para conciliar posturas y seguro que se producen discrepancias. Pero lo que es difícil de entender es que un Consejo de Ministros promulgue una ley y parte de sus ministros voten en contra. Lo lógico sería no llevar ese proyecto de ley al Congreso para evitar una derrota humillante. De igual manera, aprobar en ese mismo Consejo una partida de mil millones de euros para defensa y que parte de sus miembros no sepan para qué van destinados con exactitud esos millones.
No hay pactos de Estado, pero sí pactos con grupos minoritarios que marcan el camino al presidente y tienen como fin romper la unidad de España
El Gobierno lo conforman 22 ministros y por carta el presidente Sánchez les pidió «honrar la palabra dada» y «cumplir los compromisos». Bernard M. Baruch, uno de los principales asesores de los presidentes de los EE UU, afirmaba: «Cuantas menos promesas, menos incumplimientos». El presidente debería haber advertido también a sus ministros que fueran prudentes en sus declaraciones referidas a temas de Estado. Se podría afirmar pues que cuantas menos declaraciones, menos meteduras de pata.
La ministra de Defensa ha acusado a Israel de genocida. A nadie le pueden gustar la imágenes de los bombarderos de Israel, qué horror los bebés fallecidos; ni las matanzas indiscriminadas perpetradas por Hamás. Absolutamente execrables los dos ataques. Cosa distinta es calificar de genocida al pueblo de Israel.
El ministro de Transportes ha afirmado que el presidente de Argentina «tomaba sustancias». Vamos, que esnifaba, sin conocer las consecuencias diplomáticas que ello podría acarrear y desencadenando una contraofensiva del presidente. ¡Qué nivel de oratoria! ¡Qué profundidad de ideas! Las mismas que cuando este mismo ministro calificaba de «puto amo de Europa» a su presidente.
La vicepresidenta, la de «a la mierda», afirmando que Palestina tiene que abarcar desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo, expulsando a todos los israelíes, y tal vez no sepa la señora vicepresidenta ni siquiera donde están los límites de Israel ni la historia de ese pueblo. Otro aporte más a la diplomacia española.
Palestina es un tema candente y se debería abordar como un tema de Estado. Lo normal sería que los dos grandes partidos llegaran a acuerdos y elevaran una propuesta común, analizando los diferentes opciones: ¿Momento de la declaración? ¿Apoyo de más países? ¿Celebración de una conferencia ? Pero en esta legislatura los acuerdos de Estado son casi imposibles. No hay adversarios políticos, hay enemigos políticos, donde el insulto es forma de expresarse.
Conocí a Adolfo Suárez en su casa de Ávila; un amigo común me lo presentó.
Dos horas de conversación. Qué sencillez, qué forma de exponer sus razonamientos. Una persona cercana que supo lidiar con nobleza y valentía tiempos muy difíciles: legalización del Partido Comunista; ley de la reforma política; pactos de la Moncloa, que sirvieron para encarrilar al país económica y políticamente. El acuerdo era su forma de entender la política. Podrían aprender de él los políticos del momento. Te invito a comer pero no te digo el día ni la hora. Ni uno dice la hora, ni el otro pregunta el día. No hay grandes pactos de Estado, pero sí pactos con grupos minoritarios que marcan el camino al presidente de la nación española y tienen como fin romper la unidad de España.
Un referente del socialismo y de la política española, fue el presidente González. Cosechó muchos logros para nuestro país. Pero no entendí a esta personalidad atacando a un compañero de partido y también expresidente de Gobierno en un medio de comunicación. Llevaría o no razón en sus apreciaciones, pero esas afirmaciones se deberían hacer en la sede del partido y no en un medio televisivo.
Afirmaba en la entrada que no me gusta la España en la que vivo. Me refiero a la España de estos políticos. ¿Cómo no ve va a gustar la España de la paella, de Cervantes, del templo romano de Mérida, de las Médulas, de Doñana, de las cuevas de Altamira, de la Alhambra de Granada, de la Meninas, de las pinturas de Goya o del Guernica de Picasso? Esa España de encinas, jara, cantuesos, aulagas, de olivos y de agua. Lugares donde los políticos no pueden intervenir.
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