Chile vuelve a decir no

Chile se ata a la Constitución de 1980, aprobaba bajo la dictadura de Pinochet y sometida desde entonces a 70 reformas parciales, al rechazar por ... segunda vez en 15 meses una Carta Magna nacida en democracia. En este caso el texto tenía el marcado sello de la derecha y la ultraderecha; en el anterior intento, de las izquierdas, incluida la más radical. Una clase política contra las cuerdas tras el estallido social de 2019 improvisó la salida de elaborar una nueva ley fundamental que acallara el malestar en las calles. Cuatro años de encarnizada batalla partidista han agotado a la ciudadanía y demostrado la incapacidad de las principales formaciones para consensuar un articulado en el que se vea reconocida la mayoría de un país polarizado y sometido a un agitado péndulo en sus preferencias. La Constitución, aunque necesite ser reformulada, no era la principal causa de la lacerante desigualdad que encendió aquella mecha y todavía persiste. Aparcado el proceso y aliviado por el no en el referéndum, al Gobierno progresista de Gabriel Boric corresponde ahora buscar soluciones a los apremiantes problemas económicos y sociales de Chile y atajar la desafección hacia las instituciones.