Propósitos de Año Nuevo
PISANDO CHARCOS ·
BEATRIZ MUÑOZ GONZÁLEZ
Profesora de Sociología de la UEx
Jueves, 28 de diciembre 2023, 07:50
El inicio de un nuevo año trae consigo la fiebre de los propósitos, esa lista interminable de cambios radicales que prometemos realizar y que suelen ... esfumarse por alguna razón misteriosa. A medida que se acerca la medianoche más popular del año, millones de personas en todo el mundo vamos contando, cuando no proclamando a los cuatro vientos, nuestros nuevos propósitos. Aprender algún idioma, leer 50 libros, perder unos kilos, dejar de fumar… Una lista cada vez más amplia de buenas intenciones que empieza a diluirse con el primer brindis y de entre las cuales la de apuntarse a un gimnasio es mi favorita.
El propósito de apuntarse a uno de estos templos del 'fitness' se ha convertido en una tradición moderna tan arraigada como las doce campanadas. ¿Qué tiene de especial este propósito? ¿Por qué este año será diferente? Quizá haya llegado el momento de hacer uso del carnet de socio que pagamos hace justo 365 días o quizá sea la desesperación súbita y efímera por perder los kilos de más de una maldita vez.
Los gimnasios se llenan con una marea humana ávida de sudor y sacrificio en enero, pero para el mes de febrero el fervor parece disiparse. Las estadísticas se alían contra nosotros. El gimnasio, un universo paralelo donde las máquinas tienen nombres complicados y las toallas se convierten en accesorio de moda es un escenario algo cómico, a veces caótico pero siempre plagado de rituales. La lucha épica por encontrar libre la cinta para hacer cardio, las miradas cómplices con otros sufridores al intentar descifrar cómo se usa ese aparato multifuncional que parece un transformer, o la serie de selfis en el espejo del vestuario para documentar el esfuerzo pregimnasio son elementos del ritual.
Los objetivos se fijan con entusiasmo en la mente: «Este año sí que sí, me convertiré en la versión mejorada de mi misma». Pero la realidad tiene un sentido del humor muy particular y, a menudo, se encarga de recordarnos que el camino hacia los abdominales es más largo y sinuoso de lo que parece. Las excusas empiezan a aparecer como setas: «Hace demasiado frío para salir de la cama a las 6 de la mañana», «el gimnasio está demasiado lleno», «el gimnasio está demasiado vacío», «creo que necesito un descanso», «me duele aquí», «me duele allí»… Al final, el tempo del sudor y el esfuerzo acaba siendo una especie de club social donde la asistencia se vuelve opcional y el pago de la mensualidad se convierte en una donación caritativa para mantener en funcionamiento el negocio.
Aun así, algunos valientes persisten y logran mantener la llama encendida. Héroes anónimos que inspiran, o no, con su disciplina y constancia y evidencian que el propósito de año nuevo de ir al gimnasio no es siempre una quimera. Al resto de mortales nos queda reírnos de nosotros mismos en el intento, porque, admitámoslo, ¿hay algo más humano que hacer planes grandiosos y luego ver cómo se desmoronan en medio de la vida cotidiana?
Así que si este año se encuentran en medio de la multitud en el gimnasio, rodeado de esperanzas, recuerden: el verdadero ejercicio es mantener el buen humor y la determinación, incluso cuando el sudor y las agujetas nos desafían. Y si todo falla, siempre nos quedará el consuelo de que habrá un próximo año para intentarlo.
Feliz Año Nuevo.
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