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¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?
Isabel Pantoja, en el concierto del Teatro Romano de anoche. J. M. Romero

Y con Marinero de luces enmudeció el Teatro Romano

Lloró, rio y bailó. Encontró Isabel Pantoja un auditorio entregado en Mérida y le abrió los brazos

A. Gilgado

Domingo, 2 de junio 2024, 08:04

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Hasta que se apagaron las luces, las fotos se las llevó María Guardiola. A la presidenta le besaron, le abrazaron, le achucharon... Le dejaron sentarse en el público con el tiempo justo. A las diez y veinticinco asomó Isabel Pantoja bajo la estatua Ceres del Teatro Romano. Abrazada a dos músicos y sonriente hizo el paseillo. Le recibió el Romano de pie. Casi cinco minutos de ovación.

Cálida acogida en un monumento que no se llenó del todo. Pero habría que ver cuántos son capaces de hacer el aforo de anoche en un sábado de final de curso, con precios altos , Palomos en Badajoz, Feria en Cáceres y final de Champions del Madrid en abierto por la tele.

Encontró Isabel Pantoja un auditorio entregado y ella le abrió los brazos. Dos horas y media de repertorio compartiendo confidencias, llorando sin impostura, sacando genio «¡Esto es lo que hay¡» dijo más de una vez. Y divirtiéndose. Se lo pasó bien. Muy bien.

Acompañada por orquesta de cuerda y viento y un coro recitó momentos emotivos. Le pidieron con insistencia su Marinero de luces. Ya llegará. Ya llegará, decía. Hasta que llegó. Y se sentó todo el mundo. Enmudeció la grada y la escuchó con liturgia. Llanto íntimo y colectivo. Escucharon con los cinco sentidos. Sin pestañear, con la boca abierta. Como si presenciaran una reencarnación. No es un disco más, dijo. José Luis Perales puso mi vida en Marinero de luces.

Se acordó de su Virgen del Rocío. Al parecer va rezarle cuando nadie le ve y echa de menos hacer el camino. Móviles arriba. Viva Andalucía. Rosa que escogió la hermosa virgen del Rocío. Viva la madre de dios, bendición. Lo coreó el auditorio y lo convirtió en un himno por la paz. Pidió la paz a gritos durante la canción y con miles de móviles mirando al cielo. Mérida fue capital de Andalucía por unos minutos.

La sorpresa la dio Soraya Arnelas. Entró al escenario. Solo se habían visto una vez. Coincidieron en un aeropuerto. Compartieron confidencias y anoche cantaron juntas Garlochí. Ven y espérame. Ven junto a mí. Y te daré, mi garlochí, pan con café. Pan tostaíto migaíto con café.

Llamó a su sobrina Anabel. Para que hiciera de monitora de baile del grupo. Bailaron las tres y bailó todo el mundo el Garlochí. Luego le entregó Soraya unos pendientes del traje regional de extremeña. Infinitamente agradecida. Le podré decir a mis hijos y a mis nietos que canté con Isabel Pantoja en mi tierra. Y sacó Veneno. Aunque fueras veneno. A mí me resultas bueno. Respondió la gente con locura. Aunque sea una locura seguiré siendo tan tuya.

Muchas declaraciones de amor dejó en el repertorio. Me preguntan si lo quiero todavía. Si los años no ayudaron a olvidar. Expectante estaba el público por ve como acababa la estrofa. Amor enterno gritó mirando al cielo. Se levantó el tendido con rabia.

Cambió la letra de un clásico bolero de Juan Gabriel por si a alguien le quedaba todavía alguna duda y no sabía leer entre líneas. Se me olvidó otra vez que solo yo le quise. Sí, dijo solo yo le quise.

Los últimos temas fueron para bailar y levantar las manos con el compañero de la grada. La fiesta loca de la barra libre. Se me enamora el alma fue casi un karaoke. Y Perdona si te hago llorar, otra de Juan Gabriel, la cantó a coro el teatro con la orquesta.

La cantante se limitó a marcar el compás. Fin de fiesta redondo. Salió anoche el público contento del Teatro Romano. Muy contento. Se fue contenta Isabel Pantoja del Romano. Muy contenta.

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