La cosecha del 56 no tiene miedo a la Astrazeneca

Como un clavo a las nueve Miguel y su cuñado Andrés. DNI y tarjeta sanitaria en la mano, chaquetas en el antebrazo y con un ojo a la valla amarilla con el cartel en grande de VACUNAS que corta el paso en Ifeme. «LLevo un año esperando, me da igual la marca que me pongan. Todas son buenas y los virus son todos malos». Miguel y Andrés nacieron en el 56. Viven en la misma calle Nueva Ciudad y este año apenas se han visto. «Antes dábamos el paseo todos los días».

La semana pasada escucharon que los de 65 años tenían vía libre para ir a Ifeme y quedaron para verse en la puerta. Allí estaban. Llegaron armados de paciencia por si había colas, pero todo fue más rápido de lo que esperaban. Entraron en una fila corta bajo las carpas, apenas aguardaron y enseguida le pusieron la inyección. Luego pasaron los veinte minutos de rigor en la silla. Salieron con las camisas remangadas y saludando a otros vecinos del barrio que habían madrugado menos.

La vacunación a demanda en Ifeme transcurrió este sábado con agilidad, sin colas y a buen ritmo. El Área de Salud de Mérida, a través de su cuenta de Twitter, explicó a mediodía que la acogida había sido buena y todo estaba discurriendo con agilidad. El llamamiento a respetar las escalas horarias según el lugar de residencia funcionó y no hubo aglomeraciones.

A las once entró María Eugenia Prieto. Vino en coche desde la Antigua. También agradecida y sin temor. Tampoco sabía muy bien la marca de la dosis. «Me da igual. Tengo más miedo al virus que a la vacuna». Anselmo Dichas entró pasada las nueve y media y a las diez y cuarto ya estaba fuera. De Montealto. Prejubilado de una empresa de embutidos y con cierto recelo hasta ayer por la tarde. «En la televisión te marean, hablan continuamente de efectos secundarios, pero ayer leí en las noticias que la de Astrazeneca es precisamente la que menos efectos secundarios tiene». Hace un llamamiento a todos los que tengan dudas para que den el mismo paso. «Yo tenía dudas y después de ponerme la inyección tengo claro que es lo mejor que puedo hacer».

En la puerta, los corrillos lo forman los primeros vecinos de los pueblos, citados a partir de las once. Entran también sin mucha espera. En fila de a uno hasta la misma puerta del pabellón. José María es de los rezagados de Mérida. Llegó pasada las once, fuera de su tramo horario. Le pregunta a la auxiliar de la puerta si puede ponerse aunque haya llegado tarde o tiene que esperar al final. Antes de que termine de hablar, le abre la valla para que pase. A Antonio le trajo de Calamonte su hija. Le acompaña hasta la valla y antes de entrar le dice que se haga una foto cuando le pongan la inyección. La generación del 56 ha desfilado esta mañana por la institución ferial de Mérida con orden y discreción. A todos les esperan el 3 de julio para la segunda dosis.