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El Calatrava cerró como plaza de abastos en abril de 2018 y no estuvo exento de polémica. Los últimos tenderos con puestos de fruta, pescado ... o carne se quejaron porque veían una muerte evitable. Ningún gobierno local se comprometió a mejorar el interior porque salía más barato cerrarlo que rehabilitarlo. Se fueron diciendo que lo dejaron morir. Desde la clausura, la reconversión reaparece en la agenda local porque se trata de un edificio muy céntrico –entre Vaverde Lillo y Santa Eulalia– que soporta bien el deterioro –a menos desde el exterior– y sobre el que se ha escrito mucho en estos siete años –está en todos los programas electorales de todos los partidos–. Pero los vecinos siguen viéndolo cerrado.
El último contrato que podía activar la obra para hacer el museo arqueológico del Consorcio ha quedado desierto y añade más demora. Ahora hay que presentar otro concurso con más dinero para que interese a las constructoras. Se añade un millón de euros a los tres ya previstos en el desierto.
Y ha servido también este contratiempo para reabrir el debate sobre si conviene seguir adelante o cambiar de rumbo tras tres fracasos. Los grupos de la oposición municipal coinciden en que prefieren retomar su antiguo uso comercial porque ya hay un recinto arqueológico de primer nivel en la ciudad como el Museo Nacional de Arte Romano. El centro, explica el PP, necesita más un atractivo comercial que otro expositivo.
Según el PP, hay una idea general en la ciudad entre comerciantes y empresarios de que aportaría más dinanismo económico por su ubicación y el interés de los empresarios por establecerse allí.
También es muy crítico con el retraso Miguel Valdés, desde el grupo localista Por Mérida creen un despropósito el 33% de sobrecoste sobre el proyecto desierto y avisa de que es un tónica general en la delegación municipal que lleva los contratos públicos.
Pasó algo parecido con la Ciudad de la Infancia o la plaza de Santa Eulalia. Cree Valdés que hay un problema endémico en el Ayuntamiento de los responsables políticos de los concursos públicos porque solo salen adelante con sobrecostes y demoras.
Unidas Por Mérida fue también muy crítica con el cierre y el proyecto. Ha defendido siempre que se mantuviera abierto como mercado de abastos y pidió invertir en mejorarlo y modernizarlo ante de cerrarlo. El resto, dijo Unidas, son ocurrencias.
El uso arqueológico no fue la primera opción. En un principio, cuando se fueron los tenderos, se anunció una reapertura como multilocal gastronómico.
La empresa a la que se lo cedió el Ayuntamiento incluso hizo obras en el interior, derribó algunas paredes y abandonó sin reparar los cambios que había hecho porque no vio rentable esta idea. Volvió el edificio de nuevo al Ayuntamiento y el gobierno local anunció que lo aprovecharía para abrir un espacio polivalente de actividades y muestras en el centro de la ciudad. Pero también se descartó esta vía porque se consideró luego la necesidad del Consorcio de exponer parte de las piezas de sus excavaciones. Si finalmente se hace, sería el segundo museo arqueológico de la ciudad junto con el Nacional de Arte Romano –también con piezas de las excavaciones de Mérida– . Sin olvidar la colección visigoda.
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