Visita a nuestra capilla sixtina
La ermita de la Virgen del Ara, una de las maravillas de Extremadura
Una carretera estrecha, pero transitable, conduce hasta nuestro objetivo por unos parajes serranos tan formidables como emocionantes por la intriga que provocan al viajero, que se pregunta si se habrá equivocado, si aquella construcción blanca y lejana será su destino, si el viaje largo merecerá la pena... Pues no se ha equivocado, la construcción blanca y lejana es su destino y el viaje, aunque haya recorrido 200 kilómetros desde Cáceres o desde Badajoz, le va a merecer la pena.
Al final de esa carretera estrecha, está una de las perlas extraordinarias de la provincia de Badajoz, otra de esas lecciones de arte que los extremeños no pueden perderse, una preciosidad de las que dejan la boca abierta y te obligan a seguir haciéndote preguntas: ¿Cómo es posible que no haya venido antes a conocer este lugar, cómo es posible que no haya colas para entrar al igual que las hay en el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela o en la Sainte-Chapelle de París, por qué razón, si soy extremeño, he visitado la Giralda, los Jerónimos y el Convento de San Marcos de Florencia y no conozco la ermita de la Virgen del Ara?
En nuestros viajes alucinados por el sur de la provincia de Badajoz, llegamos hoy a lo que llaman la Capilla Sixtina de Extremadura, que une a la belleza de sus frescos y a la intensidad de tanto arte acumulado en tan poco espacio, el poderío inimitable de estar en un paraje espectacular de serranía y dehesa, Extremadura en vena con todas sus características singulares: no te la esperas, no hay nada comparable y no hay casi nadie.
Este santuario se encuentra a siete kilómetros de Fuente del Arco, entrando ya en Sierra Morena. Esto significa dos cosas: está lejos de las ciudades importantes de la región y no muy lejos de Sevilla, así que el turismo andaluz disfruta de este lugar, que ha hecho casi suyo.
La iglesia se acabó en 1494 y tenía casa para el ermitaño, un pequeño albergue y una bodega. Después se construiría la sacristía y a finales del siglo XVII se levantó la espadaña. La iglesia cuenta con una sola nave de bóveda de cañón y mide 17 metros de largo y ocho y medio de ancho. Pero dirán ustedes que estos «wikidatos» no son suficientes para justificar un viaje hasta la zona más meridional de Extremadura y perderse por estas serranías más propias de una película de bandoleros con trabuco y patillas que de una joya excelsa y maravillosa.
Y tienen razón. Lo que convierte la ermita de la Virgen del Ara en un relicario de primores y excelencias es, más allá del encanto exterior de su construcción mudéjar, la estupefacción que nos embargará una vez hayamos cruzado el arco de herradura de su puerta, hayamos acostumbrado nuestra vista a la penumbra y empecemos a distinguir los frescos pintados en las paredes y el techo de la Iglesia.
Rodeados de una policromía y una belleza abrumadoras, disfrutaremos de la estancia en este lugar único, nos sentaremos en un banco de la Iglesia, nos dejaremos embriagar por tanta riqueza y nos predispondremos a escuchar las explicaciones de Pepi Guillén, la señora encantadora que muestra la iglesia a los turistas.
La ermita abre de 10 a 15 horas entre el 1 de mayo y el 7 de septiembre. Pepi guía en tres turnos a los visitantes que lo desean: el primero comienza a las 11 horas y los otros dos, a las 12:30 y a las 14:15. De todas maneras, si se quiere concertar una visita exclusiva, se puede hacer llamando al 696 221 850.
Los frescos reproducen escenas bíblicas, pero más allá de la explicación de las pinturas y del entorno del santuario, donde había tres molinos, olivares y una eficaz instalación agropecuaria, lo que impone, exalta y emociona es dejarse llevar por la sensibilidad, perderse con la mirada por detalles, bóvedas y paredes y disfrutar de este delicado regalo dispuesto en la lejanía, contrastando en lo abrupto, sorprendiendo por inesperado.