La Virgen, jefe de Estado
40 días después ·
La patrona de Cáceres ha vuelto a su santuario dejando preguntas en la ciudadLa Virgen de la Montaña ya está en su santuario después de haber pasado 40 días en Cáceres, de parroquia en parroquia, de hospital en ... hospital, de colegio concertado en colegio concertado, de cuartel en cuartel, de asilo en asilo, de la plaza al cementerio y del cementerio a la cárcel. Los cacereños han estado presentes en todos los actos y procesiones y si ha habido protestas, ha sido con la boca chica: «¿Por qué no había retirado el Ayuntamiento algunas vallas de aparcamientos en la avenida de España 24 horas después de la procesión… Por qué iban una docena de policías custodiando a la patrona mientras Proa estaba desprotegido y robaban allí todo lo robable… Para qué quiere la Virgen 200 mantos…? En fin, ganas de tocar las narices, quejas de moscas cojoneras.
Dice mi suegra, que no es muy de mantos, aunque sí es muy devota, que los cacereños, lo que verdaderamente quieren es tener un pretexto para salir a la calle y yo le doy la razón. Aquí salimos en masa a ver un dragón, a aplaudir a los Reyes Magos, a bailar al ritmo de una banda ugandesa en el Womad o a entretenernos con el Jato de la Diputación, pero no por eso somos devotos del Beato Dragón ni de San Jato.
A la Virgen sí que la veneramos, aunque sea con una emoción en la que caben lo laico y lo confesional. Cáceres es muy así. Recuerden cómo durante la II República, la UGT afilió a la Virgen y las asambleas socialistas se convocaban procurando no coincidir con un acto de la patrona. O esa información aparecida el 13 de abril de 1933 en el HOY contando que, aunque la cofradía del Nazareno había acordado por un solo voto suprimir las procesiones, algunos cofrades socialistas eran los más empeñados en que se mantuvieran.
A la bajada de la Virgen, venía Vara y ha venido Gallardo, en un esfuerzo por evitar que la patrona sea acaparada por las superestructuras conservadoras. Pero por mucho que se esfuercen los socialistas, para la iglesia y para el poder costalero, estas manifestaciones callejeras de júbilo y emoción son la constatación de que Cáceres es una ciudad nacional católica por mucho que esas procesiones con banderas españolas nos lleven a los años 40.
El profesor César Rina asegura que la Semana Santa y la Virgen de la Montaña son fiestas identitarias. «Participar en ellas no supone un posicionamiento religioso, sino que perteneces a la ciudad. La mayor parte de los políticos de izquierda siempre han entendido que deben participar. El político de izquierdas que no quiere participar en las procesiones es porque asume el discurso moral de la iglesia, que dice que la fiesta es suya», razona. Y se pregunta: «¿Por qué esa fiesta va a ser de la iglesia?».
Mis sobrinas manifiestan su perplejidad cuando quieren saber por qué había 14 vírgenes diferentes en la procesión magna y en el colegio les dicen que la de la Montaña es madre de las otras, provocando un lío teológico de mucha categoría pues las niñas de hoy son muy listas y no entienden que el Espíritu Santo, padre del Niño Jesús, sea padre de tantas vírgenes.
La racionalidad no casa bien con estos 40 días de intensidad fervorosa que descuadran la mente canadiense del escritor cacereño Troy Nahumko. «Las iglesias están vacías, pero en la procesión de las vírgenes, las calles estaban llenas. Conozco ateos y agnósticos para quienes la Virgen de la Montaña es su Virgen, ¡y cuidado con ella!», se sorprende y sugiere una explicación y una extrañeza: «La Virgen de la Montaña está muy interiorizada por los cacereños, pero para alguien de fuera resulta una disonancia que sea recibida en el ayuntamiento como un jefe de Estado».
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