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¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?
En Escocia. Posando con un mandil del país que compró para su colección particular.
Mi viaje favorito... Escocia

«Mi viaje favorito fue a Escocia en un Ford Fiesta azul, con el volante a la derecha»

Jaime Ruiz Peña, Emprendedor y consultor ·

Le gusta el turismo espiritual. Cuando tenía 14 nóminas al año, viajaba más, pero ahora aprovecha su tarea de conferenciante para seguir conociendo lugares

Martes, 20 de agosto 2019, 14:06

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-¿Cuál ha sido su viaje favorito? ¿Cuándo lo hizo?

-Mi viaje favorito fue uno que hice por Escocia, con un Ford Fiesta azul con el volante en la derecha y cambiando cada noche de alojamiento. Recuerdo lo del volante a la derecha porque, al recoger el coche en el aeropuerto, me senté en el asiento del copiloto. Recorrí a mi aire Escocia, ciudades, islas y destilerías. Fue en el verano del 2006.

- ¿Volvería allí o es de los que siempre buscan destinos nuevos?

-Las dos cosas. Queda tanto por descubrir que quiero ir a sitios nuevos, pero Escocia impresiona. Las Tierras Altas son como el lejano oeste pero en verde. Edimburgo es la Atenas de Escocia y en verano se celebra su festival de bandas de gaitas. El lago Ness, la Isla de Skye y sobre todo, el castillo de Eilean Donan en mitad de un lago... No me importaría volver.

-¿A quién le recomendaría este viaje?

-A todo el mundo. Edimburgo es la cultura, Glasgow, la modernidad; las Tierras Altas el paisaje, los castillos; el lago Ness para los niños, gente amable, paisajes impresionantes y ver destilerías de whisky. Es para todos los públicos.

-¿A dónde le gustaría ir si pudiera?

-Mi primer viaje pendiente es Egipto. Dedicándome al turismo espiritual es imprescindible conocerlo y vivirlo. Recorrer el Nilo en un crucero. Entrar en las pirámides o ver amanecer desde el Monte Sinaí junto a la zarza que ardió delante de Moisés y que se venera en el templo de Santa Catalina. El segundo sería al lejano Oriente, Japón y China. Japón tiene monasterios donde alojarse, los shukubos, y me encanta su comida y su cultura; y en China quiero recorrer la Muralla y ver los guerreros de Xian. A mí los viajes me transforman por dentro, y esas culturas seguro que me pulen y cultivan.

-¿Cuál es el sitio que más le ha impresionado?

-El cañón del Caballo Muerto, cerca del cañón del Colorado en Utah. Allí tomé conciencia de lo pequeño que soy y de la fugacidad del tiempo, y el otro fue Montsegur, el mítico castillo y último refugio de los cátaros en el sur de Francia, y el Machu Pichu. También me sorprendió la energía de Nazaret.

-¿Cuántos viajes suele hacer al año?

-Cuando tenía 14 nóminas hacía un gran viaje al extranjero al año y varios cortos. Desde que me reinventé como autónomo al quedarme en paro con 47 años, viajo para dar conferencias y disfruto de Malcocinado. Es que, por bien que te vaya, el autónomo desconfía del futuro.

-¿Cuál es el lugar más raro que ha visitado?

-La sinagoga ortodoxa de Safed, la capital judía de la Cábala. Participé en una ceremonia invitado por un judío. La llegada del Sabat en Safed es viajar 3.000 años en la historia. Sus cánticos, todo, parecía un viaje en el tiempo. Cuando sale la primera estrella, salen a la calle los ortodoxos con sus enormes sombreros y cantan y bailan. Lo más fuerte es que fue impulsada por judíos sefarditas llegados desde España.

-¿Qué tipo de viajero es? ¿De los que planifica o de los que va a la aventura?

-Soy un triple intenso. Primero yo preparo el viaje porque seré el guía... Luego lo vivo muy intensamente, sorprendiendo y sorprendiéndome, y por último, lo recuerdo. Me aprendo casi todo sobre donde voy para poder convertirlo en una aventura. Soy muy Indiana Jones. Ser guía significa sorprender. Saber en cada momento dónde estar, dónde se pone el sol, qué plato pedir, dónde está el ambiente de noche y, sobre todo, cómo mezclarse con la gente local.

-¿Y suele mirar comentarios sobre hoteles, restaurantes o destinos antes de reservar?

-Miro todo, especialmente la historia, los horarios, las curiosidades. Los restaurantes suelo localizarlos por un fino olfato para no ir donde van los turistas, y del hotel sí miro los comentarios, especialmente si está bien situado para salir de aventura por los alrededores.

-¿Qué tipo de viaje prefiere: los activos o los de relax?

-Los mezclo. Un viaje es una aventura, hay que conocer lo máximo posible, mezclarse con la gente, empaparte del país, pero a su vez hay que intercalar momentos de relax. Me encantan los spas y balnearios.

-¿Mar, montaña o ciudad?

-Historia y territorio. A mí lo que me gusta es viajar, moverme de un sitio a otro, buscando sitios históricos, mitos, leyendas, comida tradicional, fiestas y, por lo tanto, puedo estar en mar, montaña y ciudad en un mismo viaje.

-¿Low cost o lujo?

-Autónomo cost. Me gusta que el dinero cunda, pero dentro de un viaje de los míos puedes acabar durmiendo en una suite con las mejores vistas a las murallas de Jerusalén y, al día siguiente, comer en un puesto de carretera druso. El lujo está en la mirada.

-¿Qué lugar visitó y quiso quedarse a vivir en él?

-No me importaría ser guía en Tierra Santa pero viviendo en la modernísima Tel Aviv. Me fascina Israel, la mezcla de modernidad y de espiritualidad. Aunque me quedaría en la isla de Santaroni. Tuvieron que sacarme a la fuerza. Es una volcán hundido que estalló. Dicen que fue la Atlántida y, junto con los de la Alcazaba de Badajoz, tiene los mejores atardeceres del mundo.

-¿Qué viaje le ha defraudado y no recomendaría nunca?

-Lamento decirle que, tras pasar varios minutos pensando, no recuerdo ningún viaje que me haya defraudado. Por poner una pega se la pondría a los checos y a la gente de Praga: son muy siesos.

-¿Es la gastronomía una parte importante de su viaje?

-A mi edad es muy importante. Me encanta comer lo auténtico de cada sitio pero en lugares populares, donde comen los habitantes del país. Descubrir sabores. Frutas (en Panamá tienen frutas rarísimas pero deliciosas), bebidas, todo. Tengo un olfato especial para encontrar sitios con comida autóctona a precios razonables.

-¿Qué plato recuerda de su viaje favorito?

-Mi primera cena en Escocia fue en un hindú junto al hotel de Glasgow. Como mi inglés era muy básico pedí, sin saber, el plato más picante de la carta. Me picaba hasta el pelo y todavía recuerdo al camarero corriendo con una cerveza mientras yo gritaba «Help me¡».

-¿Es de los que se atreve a probar de todo?

-Por supuesto. Es que si quieres conocer la cultura de un país debes probarlo todo. Incluso los bailes de allí. Tiene sus riesgos, especialmente sanitarios, así que aconsejo cierta precaución pero, con garantías mejor comida local, por rara que sea, que ir de burguer.

-¿Le gusta hacer fotos de sus viajes? ¿Es de los que les gusta compartirlos en las redes sociales?

-Las fotos quedan para la memoria y ordenan el viaje, pero curiosamente soy un tanto pudoroso. Lo comparto pero no me gusta presumir, pero sí que me gusta contar lo que me sorprende.

-¿Qué es lo que no falta nunca en su maleta?

-Sobres de jamón. No os podéis imaginar las cosas que he conseguido abriendo un sobre de jamón. Recuerdo que el dueño de la casa rural donde nos quedamos en Francia sacó un coñac que, según su mujer, no había compartido con nadie. El jamón extremeño obra milagros. También llevo un cuaderno para tomar notas y reflexionar, que no leo hasta pasado unos meses, y que siempre me sorprende.

-Y en la vuelta ¿es de los que siempre necesita más espacio por las cosas que ha comprado?

-Sí. Suelo traer regalitos a la familia, y de cada viaje guardo un monumento y dos imanes de frigorífico, uno para Mérida y otro para Malcocinado. Y mandiles. Colecciono mandiles como el escocés de la foto.

Perfil de Jaime Ruiz Peña

A los 47 años se quedó en paro, lo que le impulsó a crecer más y reinventarse. Ahora preside la Red Internacional de Destinos y Caminos Espirituales.

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