Ansiolíticos y codeína, las recetas que más se falsifican para fabricar droga en Extremadura

Son comunicaciones que realizan los propios farmacéuticos a los colegios oficiales de este colectivo profesional de Badajoz y Cáceres, según indica el presidente del Consejo Extremeño de Colegios de Farmacéuticos, Cecilio Venegas, que alude a los fármacos que principalmente buscan los que intentan engañar en esta comunidad.

Destacan los psicótropos, entre los que se encuentran medicamentos ansiolíticos como por ejemplo las benzodiacepinas con nombres comerciales como Rivotril, Lorazepam o Trankimazin.

También es común solicitar con recetas falsas los fármacos con codeína, que sobre todo se usa en jarabes para la tos y en ocasiones se recurre a ellos con fines no sanitarios por ser un alcaloide que deriva del opio.

Además, es habitual que pidan sildenafilo, que se comercializa bajo la marca Viagra para tratar la disfunción eréctil y hay quien quiere hacerse con ese medicamento pero no cuenta con una receta válida por vergüenza o pretende un uso abusivo.

A esas falsificaciones comunicadas de manera oficial al Colegio, hay que sumar las no realizadas por los boticarios, que simplemente optan por avisar de manera informal a sus compañeros de la zona, así como los robos o extravíos de talonarios de recetas y sellos en centros de salud, algo que se produce en todos los puntos del país y de los que suele informar el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos a las entidades provinciales de toda España.

Una de las últimas que llegó Colegio de Badajoz fue a finales de diciembre y aludía a un sello médico que desapareció en la localidad de Cuadros, en León. Un médico de atención primaria denunció su pérdida ante la Policía Nacional y así se lo comunicaron al resto de regiones.

Para que este tipo de hechos no suceda, las autoridades sanitarias han ido poniendo en marcha algunas medidas en los últimos años. «En los servicios de Urgencias, por ejemplo, dejaron de hacer recetas en papel», apunta Venegas.

Aún así, y pese a que la receta electrónica está muy implantada, este tipo de hechos se siguen produciendo. Por ejemplo, en febrero de 2023, la Policía Local y la Guardia Civil de Talavera la Real procedieron a investigar a un hombre por supuestamente falsificar recetas con las que le dispensaron Trankimazin en la farmacia.

Es un fármaco que se prescribe en adultos para tratar síntomas de ansiedad graves y también es consumido indebidamente, bien para potenciar los efectos del alcohol o de algunas drogas, como es el caso de la heroína, o bien para mitigar las consecuencias de un consumo abusivo de otras drogas estimulantes como la cocaína.

Con algunos medicamentos, las recetas falsas han proliferado tanto que desde el Ministerio de Sanidad han tenido que tomar medidas. Es el caso de lo sucedido con el Rivotril, que posee como principio activo el clonazepam y se utiliza en la mayoría de las formas de epilepsia.

En los últimos años, lo están usando las mafias para elaborar 'Karkubi', una droga que se fabrica en Marruecos mezclándolo con hachís y que es muy popular en los estratos sociales más desfavorecidos del país magrebí.

De hecho, la Guardia Civil ha detectado a nivel nacional que existen grupos organizados que se dedican a la adquisición en España del Rivotril para su traslado a Marruecos.

Ante eso, desde el 1 de enero de 2024 Sanidad obliga los médicos del sistema público a prescribir con receta electrónica los medicamentos que contengan clonazepam. Si pertenecen a mutualidades, como por ejemplo Isfas, pueden usar el formato papel, pero tendrá que ser validada previamente con un sello.

Y es que es a través de la receta en papel como se producen más falsificaciones. Precisamente, es en la sanidad privada donde se sigue recetando bastante en este formato.

«Antes el Consejo General de Colegios Farmacéuticos nos mandaba muchísimas comunicaciones con robos de talonarios de recetas y sellos, así como de recetas falsificadas. Ahora la receta electrónica ha hecho que sean cada vez menos», indica Venegas.

Ese método se implantó en Extremadura en 2009 y ya está consolidado. «El 99% ya no son en papel y eso ha ayudado mucho a evitar el fraude», asegura Venegas, que detalla que la mayoría de las veces son falsificaciones bastante artesanales. «Normalmente es algo que salta de ojo. Con frecuencia quienes intentan conseguir un medicamento con una receta falsa son drogodependientes y hay algunas cosas muy burdas. Hemos visto hasta recetas fotocopiadas. Si tenemos sospecha no lo dispensamos», concluye.