Trece grupos de la Guardia Civil atienden a víctimas de violencia machista en la región

La agente de la Guardia Civil Yolanda Salgado es uno de los rostros de ayuda de este nuevo servicio. Ella está en el equipo de la Comandancia de la ciudad de Badajoz. Mérida, Villanueva, Talarrubias, Llerena, Zafra y Jerez de los Caballeros completan el mapa de grupos en esta provincia. En Cáceres, además del equipo de la capital están el de Trujillo, Plasencia, Coria, Valencia de Alcántara y Navalmoral de la Mata. En el ámbito rural las competencias en este campo son de la Guardia Civil mientras que en las ciudades se las reparte este cuerpo y la Policía Nacional.

«Nuestro papel es reforzar la respuesta institucional ante la violencia de género para erradicar esta lacra», define Salgado. Una de sus tareas es tomar declaración a la denunciante y rellenar un cuestionario. El algoritmo ofrece una calificación de riesgo que, en caso de ser alta, activa las medidas de protección policial.

«El objetivo es atender a las víctimas para darles una respuesta lo más rápida posible, las víctimas cuando se presentan en el acuartelamiento vienen con una situación de vulnerabilidad muy grave, lo que intentamos es conocer el caso tanto a nivel psicológico como económico o social y el grado de peligrosidad, de riesgo, de cara a una nueva agresión», explica. «Tenemos en cuenta los hechos que han sucedido y los ponemos en contacto de la autoridad judicial». Salgado y el resto del equipo de Badajoz han sido formados específicamente y desde todos los ángulos para abordar situaciones derivadas de la violencia de género.

No hay un caso único, detalla esta agente de la Guardia Civil. «Hay un abanico amplio, hay maltrato físico, maltrato psicológico, económico, pero independientemente de cuál sea el tipo de denuncia actuamos, porque para esto se han creado estos equipos».

Dentro de la diversidad de casos sí detecta esta agente las dificultades para denunciar de las mujeres más mayores, que a partir de cierta edad asumen, sugiere, que va a ser difícil salir de la espiral de violencia. «Es una educación y un rol muy diferente al que tienen las chicas más jóvenes».

Salgado se siente orgullosa de que su trabajo dentro de la Guardia Civil sirva para erradicar la violencia contra las mujeres. «Siento la satisfacción del deber cumplido», enfatiza. «No es un trabajo sencillo, es duro, porque aquí cuando viene una mujer en persona y te cuenta su historia, lo hace a una persona que no conoce, tienes que empatizar con ella y saber cómo tratarla».

Considera que lo que más limita a una víctima antes de poner una denuncia es «el miedo al agresor» y las dificultades que entraña tener que contar lo que pasa en su propia casa. Temen también las agredidas transitar este proceso. «Piensan que no saben qué va a pasar con ellas una vez que lo cuenten». Se enfrenta a un salto al vacío. «No saben a lo que se expone cuando llegan aquí, no saben si van a poder volver a su casa».

La coordinación entre instituciones hace que después de una denuncia se ponga en contacto a la agredida con los servicios sociales «para poder poner a salvo a la mujer». En el grupo en el que trabaja Yolanda Salgado hay tres mujeres y un hombre. Porque VioGén es un sistema efectivo, pero más allá del algoritmo y del cruce de datos están las caras de las personas que tienen que atender a las mujeres víctimas en uno de los momentos más duros para ellas, cuando encuentran fuerzas para poner fin a una situación de maltrato.