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La Cruz de Guía apareció por la plazade la Catedral con 30 minutos de retraso.

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La Cruz de Guía apareció por la plazade la Catedral con 30 minutos de retraso. J. C. R.
Semana Santa de Plasencia

Miércoles Santo de silencio, saetas y transistores

El Jesús Nazareno recorrió las calles en una multitudinaria y solemne procesión marcada por la ausencia de música y una gran afluencia de fieles y turistas

Juan Carlos Ramos

Jueves, 17 de abril 2025, 08:13

Mucha amenaza de lluvia, pero, de momento, el calendario procesional de la Semana Santa placentina suma pleno de salidas. Ni siquiera ha habido que recortar el recorrido de algunas procesiones, como sucedió el año pasado. Incluso, en el caso de este Miércoles Santo, la hermandad de Jesús Nazareno tuvo que competir con el intento de remontada del Real Madrid ante el Arsenal. Transistores y smartphones se encendieron media hora antes de que saliera el primer paso. En silencio, naturalmente, solo roto por los aplausos cuando comunicaron que la procesión, tras una larga espera, finalmente salía. Los siguientes pasos tardaron cerca de tres cuartos de hora en cruzar el umbral catedralicio. El viento y el frío fueron constantes, pero también lo fue el calor humano de quienes no quisieron perderse la procesión, por mucha amenaza de lluvia o noche de Champions que hubiera. El esfuerzo de los 180 costaleros merecía la pena. Fueron ellos, casi sin recambios, los que portaron los cuatro pasos toda la noche: Jesús Nazareno, la Dolorosa de la Esperanza, la Oración en el Huerto y el Ecce Homo.

Unos 500 cofrades, y unos centenares de niños más, dieron vida al desfile, vistiendo túnica y caperuz morados. La sobriedad volvió a marcar el tono de la noche, ya que, como viene siendo habitual desde 2016, no hubo acompañamiento musical. Solo el sonido seco y rítmico de las horquillas de madera rompía el silencio. No obstante, la saeta volvió a hacerse un hueco especial gracias al arte del cantaor cacereño Jorge Peralta, que emocionó con seguirillas y carceleras al paso del Nazareno y la Virgen por el cañón de la Salud y el rincón de San Estebán, donde un balcón sirvió como improvisado púlpito para lanzar su quejío.

El relato bíblico que guía esta procesión se desarrolló paso a paso: comenzó con la Oración en el Huerto, una obra del siglo XIX de José Jerique, cargada por 34 costaleros; le siguió el Ecce Homo, del siglo XVII y autor desconocido, con su característica expresión de dolor y lágrimas, llevado por 32 hombres; luego vino Nuestro Padre Jesús Nazareno, escultura también del siglo XVII, obra de José Jiménez, que lució una túnica morada bordada en oro gracias a la donación de una devota cordobesa. Lo portaron 54 costaleros.

La salida de la hermandad del Silencio retrasó su salida media hora a la espera de que se despejara el cielo

Cerró la procesión la imagen de Nuestra Madre Dolorosa de la Esperanza, una talla policromada de Luis Marco Pérez adquirida en 1959, acompañada por 60 costaleros y vestida con su imponente manto estofado en oro. Al final de la calle Trujillo, la esperaban las saetas.

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