Sara Peñas
Esta pacense afincada en Lisboa ha elaborado una guía para aprender a apreciar la cultura del vino en España y Portugal que ya va por la tercera edición
El viernes pasado se estaba bebiendo vino en la librería Colón de Badajoz. La escena tenía sentido porque Sara Peñas, pacense que ahora vive en ... Lisboa, acababa de presentar 'El libro de los vinos ibéricos', una obra a medias con el profesor universitario y periodista especializado Luis Antunes. Son 135 páginas que han sido autoeditadas y van ya por la tercera edición pendiente de una versión en inglés debido a la acogida que ha tenido.
Sara Peñas ha continuado el legado familiar en el mundo del vino, ya que su abuelo y su padre, viticultores en Jerez de los Caballeros, vendían vino a granel hasta los años setenta. También dirige La vida ibérica, una consultoría para bodegas y empresas de alimentación gourmet. Pero sobre todo es una gran comunicadora que lleva cinco años enseñando en Portugal y escribiendo de vinos en revistas de sector.
–¿Qué contiene 'El libro de los vinos ibéricos'?
–Este libro se creó porque no existía nada que abordara la excelencia vitivinícola de una parte y otra. Es para que los españolas conozcan Portugal y los portugueses España. Lanzamos la versión portuguesa en octubre de 2024, y el pasado mes de enero en Madrid la versión española con José Peñín de prologuista y ahora a finales de verano llegará la versión inglesa. Va por la tercera edición, que se va actualizando porque cuando empezamos había menos de las 105 denominaciones de origen que hay actualmente. Lo más difícil ha sido resumir y que el lector tenga claro que no hace falta ser experto en vinos. Es como un paseo región por región con mapas y fotos preciosas tanto de paisajes como de bodegas. Al final de cada capítulo catamos tres vinos, que cuestan entre 10 y 20 euros para que cualquiera se los pueda permitir, y los armonizamos con plato de gastronomía local.
–Escribe usted de vinos, lo que tiene su propio glosario –acorchado, aterciopelado, astringencia, bouquet...–, una jerga aparte, como el lenguaje taurino o marinero, ¿siente que a veces esto levanta una barrera con el consumidor o es parte del encanto?
–Totalmente de acuerdo con lo primero. Hay una poesía bonita, pero su eficacia depende mucho de la intención del comunicador y del público que tenga delante. Hay que explicar cada cosa para que se entienda y despertar la curiosidad para aprender más. En mi opinión, saber de vinos es también hablar de paisaje, geografía, historia y literatura. El vino tiene muchos matices. En el libro, por ejemplo, se hace referencia al enoturismo, por eso al hablar de la ribera del Guadiana se habla del museo de Almendralejo, o cuando hablamos de Jerez de las bodegas Catedrales y el flamenco que lo envuelve, o los paisajes en vertical de las Rias Baixas.
–¿Cómo de bien o de mal beben vino los extremeños?
–Estoy orgullosa de la evolución de nuestra tierra. Recuerdo hace más de 20 años los concursos de vino de Extremadura-Alentejo y era muy diferente catar los Tierra de Barros, que masticabas, a los del Alentejo, que tenían más tradición. Pero los vinos de Extremadura han mejorado mucho la calidad y creo que bebemos bien porque en la restauración te ofrecen vino extremeño. Es cierto que también Ribera del Duero o Rioja, pero es que vas a Madrid y no parece que haya más vinos cuando mi opinión, mi recomendación, es que hay que dejarse sorprender por vinos locales.
«Un rebujito se disculpa porque estar todo el día solo a base de vinos puede ser peligroso»
–Usted que conoce Portugal, ¿cuál es el vino que suelen pedir los extremeños y cuál se están perdiendo?
–En restauración va a ser albariño de abelleira, que hay muchos, o el albariño Deu la Deu. Ya no se pide tanto Mateu Rose como hace años, el cual hizo una gran labor como marca Portugal, siendo un vino súper simple que responde bien en cualquier contexto. Hay grandes albariños como el Deu la Deu Reserva, y la variedad Arinto (uva blanca que se cultiva sobre todo en Portugal) tiene una frescura y acidez excelente en verano. En el bajo Alentejo los Fernão pires (otra variedad de uva portuguesa) son todos unos vinos súper ricos. He dicho todos blancos porque estamos ya en verano.
–¿Qué opina de las cooperativas y los vinos de pitarra como parte de nuestra identidad?
–Me parece eso, identidad. En España miramos mucho a Portugal para aprender a comunicar identidad y diversidad. Portugal tiene más de 250 variedades autóctonas y ahora en España queremos comunicar nuestros métodos, que en Extremadura son los vinos de tinaja o pitarra. Aunque es un consumo no reglado, son parte de un paisaje cultural que merece todo el cariño. En la feria del libro leí el capítulo de Extremadura y me decían que faltaba el vino de pitarra. Yo creo que tienen su espacio en un tipo de publicaciones específicas.
–Badajoz está de feria, ¿tiene sentido esa inercia repentina hacia la manzanilla o el fino?
–Manzanilla y fino han hecho una gran labor de comunicación para decir que saben a feria. Yo viví un año en Jerez de la frontera y ambos me parecen un vino maravilloso. Fuera de contexto es difícil de localizar, pero se trata de dos grandes joyas enológicas.
–¿Entonces es un atentado el rebujito?
–No, no. Un rebujito se disculpa porque estar todo el todo el día a base de vinos sin un refresco que nos hidrate puede ser peligroso. No soy yo tan purista (ríe).
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