Gente que interesa
Peluquera a domicilio ·
En 2012, cambió su vida y decidió cortar y peinar en Cáceres de casa en casaLos padres de Leyre Cuesta Suárez (San Sebastián, 1981) emigraron a Rentería hasta que, en 1986, regresaron a Monroy para regentar el bar El Alfiler. ... Leyre estudió cinco años de Peluquería en el IES Virgen de Guadalupe de Cáceres y, tras trabajar en dos peluquerías, decidió establecerse por su cuenta como peluquera a domicilio.
-Una decisión drástica.
-En enero muere mi padre y en septiembre me divorcio con un niño de dos años y medio. Tenía 30 años, mi vida solucionada, pero decidí empezar desde cero, le dejé todo a mi exmarido y piso nuevo, coche nuevo, la custodia de mi hijo y trabajo nuevo enfocado a esas personas que no tienen tiempo para ir a la peluquería, o no les gusta, o no pueden por ser mayores, discapacidad o enfermedad. Y con el boca a boca y Tik Tok, Facebook e Instagram, he salido adelante. Un señor de Málaga me hizo gratis una web con enlace a mi 'wasap', pero entraba mucha chusma y la quité.
-¿Horario, clientela?
-De ocho a una y de cuatro a ocho. Tengo gente joven que me llama para que les dé color, mechas, degradados... Atiendo a una clienta que cumple cien años en diciembre y a bebés de 12 meses. También voy a tiendas de pelucas para adaptarlas al gusto del cliente, ya sea por alopecia o por oncología. Cada vez hay más mujeres con alopecia. Los hombres se van a Turquía, pero las mujeres se ponen peluca y yo se la arreglo. ¿Hombres con peluca? Un 10%. Las personas con cáncer prefieren que las atiendan en casa porque si vas a la peluquería, te miran, mejor la intimidad y un trato con mucho tacto, mucha psicología y paciencia.
-¿Confidencias?
-Con las personas mayores, se establece una relación afectiva. Con las jóvenes, creas una amistad. Te cuentan si se llevan mal con el marido, con la vecina, con la cuñada, con la nuera o la suegra. Les aconsejo y ellas me aconsejan a mí. A veces me dicen que cómo me he enterado de esto o aquello y yo les respondo que porque soy peluquera. Pero lo que se dice en la peluquería, se queda en la peluquería. Con las peluqueras se tiene mucha confianza porque levantamos el ánimo y la autoestima, se ven más guapas, les damos seguridad. Soy psicóloga y medio cura.
-Nadie como ustedes para saber cómo está el país.
-La gente se queja de la inmigración, del trabajo que se paga poco, de que la vida está cara. La gente hace mucho caso de las redes y los bulos, pero yo, trabajando, no hablo de política ni de religión. Tengo clientela de Honduras, cristianos, testigos de Jehová... De todo.
-¿Clientes pijos?
-También. Me han llegado a mirar mal por los tatuajes. Da más propina la clase media y baja que la clase alta.
-¿Es cara?
-En 14 años, he subido cuatro veces el corte de pelo. Algunas clientas me dicen que debo subirlo y es la pura verdad, pero no lo subo por el miedo a perder algún cliente. Tengo muchas cosas que pagar. De 60 años abajo, pagan todos con Bizum.
-¿Vacaciones?
-Solo los puentes y dos días la semana que viene, el 11 y el 12 de septiembre, para las fiestas de mi pueblo, Monroy. Estos días hay mucho trabajo porque los niños y los maestros quieren volver al cole como un pincel y porque muchas clientas vuelven de la playa con el pelo fatal. Trabajo toda la semana menos el domingo, que cojo la Thermomix, la olla MG y los fogones y preparo 'tapers' para toda la semana. Pero estoy bien con mi trabajo. Me gusta el salseo de entrar, salir, hablar, conocer. No aguantaría trabajar todo el día entre cuatro paredes. Si me ponen un local en Cánovas, no lo cojo.
-No sé si es usted valiente o temeraria.
-Me considero una curranta.
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