El peligro, en Nuevo Cáceres
Verstappen por el barrio. Una circunvalación improvisada donde se aparca en las esquinas
La escena recuerda a la icónica imagen de la madre descendiendo con el cochecito de su bebé por las escaleras de la estación de trenes de Nueva York. Sucede en la película «Los intocables de Elliott Ness» (Brian de Palma, 1987). La mamá y su hijo o hija se ven envueltos en un tiroteo y los espectadores tememos una desgracia, pero al final se salvan.
Trasladémonos ahora a Nuevo Cáceres, a un paso de peatones de la avenida Pierre de Coubertin, a un paso del Centro de Salud y de la Comisaría de la Policía Nacional. Vemos a una madre con el cochecito de bebé que se dispone a cruzar un paso de peatones. Mira a ambos lados de la calzada, solo ve un coche a 150 metros y empieza a cruzar. Pero el coche no frena, viene a una velocidad endiablada, si sigue así, los atropellará. La madre se asombra ante el vehículo imparable que se le viene encima. En la última décima de segundo, el automóvil frena chirriando con gran escándalo. Su morro queda a unos centímetros de mamá y bebé, que en el último instante, se salvan.
El coche tiene morro y el conductor tiene aún más morro. Cuando la madre, despavorida, pero educada, ruega al conductor que sea más prudente, que el barrio de Nuevo Cáceres está lleno de niños y familias, el piloto de rally urbano se le encara y poco menos que la acusa de ser invisible. «Señora, que no la he visto, no se ponga así», le grita, aunque todos veíamos a la madre desde la acera y la señora no ha alzado la voz. Los viandantes no salimos del asombro indignado ni superamos el susto, pero los conductores que siguen al Verstappen de barrio deben de ser como él porque empiezan a tocar el claxon impacientes y a atacar a la madre: «Venga, tía, espabila, que no tenemos toda la mañana».
Y la madre, atribulada y con el susto en el cuerpo, parece asumir su culpa y aligera el paso empujando el carricoche. ¡A quién se le ocurre cruzar un paso de peatones si veía acercarse un coche a 150 metros! Esta vez se han salvado, ella y su hija, pero se acuerda de que, no hace mucho, exactamente el último día del pasado mes de abril, un miércoles, tres chicas menores de edad, de 12 y 13 años, fueron atropelladas en ese mismo lugar por otro automóvil y acabaron en el hospital.
Nuevo Cáceres es un barrio peligroso para la circulación de coches y peatones. Y no es por culpa de los vecinos, que sufren el peligro, ni de sus conductores, que conocen los riesgos que corren y extreman la prudencia, sino de quienes han convertido las avenidas de la urbanización en una especie de circunvalación y en un laberinto sin ley.
Los coches estacionan en las esquinas impidiendo la visibilidad de los conductores que se incorporan desde las bocacalles a las arterias principales. La doble fila es lo habitual porque, aunque haya sitios libres, es más fácil estacionar en la calzada que maniobrar marcha atrás para aparcar. ¡Bah, si es un momento, un cafelito, un recado y me voy! Lo más sangrante es que el barrio cuenta con dos espléndidos aparcamientos disuasorios, uno de ellos magnífico y recientemente inaugurado, así que al municipio solo se le puede culpar de falta de vigilancia o de no sancionar, no de marginar el barrio.
El problema es que los coches de paso circulan por la avenida Pierre de Coubertin como si aquello fuera la autovía Ruta de la Plata. Además, la avenida Juan Solano se ha convertido en una circunvalación para ir de la carretera de Miajadas a las de Mérida y Badajoz. ¡Hasta tráilers desbocados cruzan el barrio entre niños y padres. ¿Qué hacer? ¿Multas, molestos resaltos, pasar de todo hasta las siguientes víctimas? Nuevo Cáceres, peligro inminente.