Pastelerías y gimnasios
Dulce Día de la Madre ·
En Cáceres hay que hacer un cursillo para saber comprar pastelesDomingo, Día de la Madre y colas en las pastelerías de Extremadura. A las siete de la tarde, era la merienda familiar en mi casa ... y me encargaron la intendencia. Decidí llevar un surtido de pasteles jugosos y una docena de dulces tradicionales de sequillo, o sea, perrunillas. Sabía que desde hace unas semanas, en La Chanclona, calle Sánchez Manzano de Cáceres, vendían unas perrunillas de primera categoría, las de Módenes, amasadas y horneadas en Ceclavín. Así que el sábado compré una docena y cumplí la mitad del encargo.
Pero permítanme que les hable de La Chanclona, una tienda 'gourmet' sin postureo ni florituras donde se encuentran los mejores productos de los pueblos de Extremadura, desde las patatas fritas 'El Pueblo' de Malcocinado hasta los dulces de Ceclavín y Acehúche pasando por los mejores vinos extremeños, los aceites de manzanilla y picual, los quesos de Acehúche, Carbajo, Casar y La Serena, el pan de Malpartida, los bombones de higo de Almoharín, las carnes ibéricas (llegan los miércoles) de Acehúche y embutidos y jamones toda la región.
Para completar el dulce encargo, el domingo me acerqué a las diez de la mañana a El Horno de Gretel, un obrador con pastelería situado donde empieza la barriada Llopis Ivorra. A pesar de que llovía de lo lindo y era bien temprano, ya había cola de señoras comprando. Eran madres a quienes las hijas habían encargado comprar pasteles para la merienda. Es decir, las hijas pagan los pasteles y los traen oficialmente, pero: «Vaya usted madre a comprarlos temprano, que si no, se acaban».
El Horno de Gretel es una de las 17 pastelerías que hay en Cáceres, donde, antes de comprar pasteles, hay que hacer un cursillo para saber que solo en Cáceres los piononos o bizcochos enrollados de coco se llaman trabucos (compré tres, que nos encantan a mi madre y a un servidor), las berlinas del resto de Españas aquí se llaman bambas (compré dos), las roscas de yema o de Alcalá en Madrid, en Cáceres son roscas de Málaga, no me pregunten por qué, es un misterio, los éclars franceses son los petisús cacereños (otros dos) y los San Marcos, que se hacen con crema y nata en Sevilla y con trufa y nata en el resto de España, en Cáceres llevan yema y nata.
Después están los mojicones, regalo oficial a las mamás cacereñas que acaban de dar a luz, un bollo fino que introduces en un vaso de leche y la absorbe toda, y la sopa de la reina, tarta inventada en La Salmantina para agasajar a la infanta Isabel de Borbón durante una visita a Cáceres, que culminó el banquete de boda de mis padres en 1956, el mío en 1981 y las bodas de oro de mis progenitores en 2006. De El Horno de Gretel me llevé también dos pasteles de crema y plátano y dos porciones de jeanette, que llegaron desde Suiza cuando el hijo de doña Estila se formó allí y trajo estos dos pasteles que ya son netamente cacereños.
Mientras compraba, las señoras ironizaban sobre las calorías y el azúcar que se iban a meter en el cuerpo, pero enseguida encontramos la solución: el gimnasio. Y así, con propósito de enmienda, salí de la pastelería encantado de vivir en esta dulce ciudad donde todo tiene solución y, frente a las 17 pastelerías, hay 10 gimnasios para combatir con 'spinning', pilates y zumba el atracón de trabucos, bambas, petisús, jeanettes y roscas de Málaga.
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