Pasar de la vela al porro

Un forastero puede asombrarse ante tal caudal de información religiosa o puede sucederle como a la señora que cuida a la consuegra de mi suegra. Es una mujer hispanoamericana que acaba de llegar de Málaga. Allí estaba acostumbrada a trabajar en Marbella, ciudad de pecado y placeres, pero resulta que llegó a Cáceres un miércoles al atardecer y a la mañana siguiente, tras venir de la compra, ya pidió permiso para ir a ver a la Virgen de la Montaña. En menos de 24 horas, había sido abducida por las tradiciones locales.

Es verdad que la santa información abruma, pero también es cierto que cuando voy a tomar café a mi bar del barrio, la clientela habla de los 173 bebés cacereños que fueron presentados el martes a la Virgen de la Montaña. El día anterior, el tema número uno de la conversación no era Pedro Sánchez, sino que la patrona ya tenía 187 mantos. Esto de los mantos de la Virgen de la Montaña es asombroso. El dato oficial en abril era que tenía 170. El mes que vine se acercará a los 200. A a este paso, en un par de años desbancaremos a la Virgen del Pilar, líder nacional en mantos: 560. La patrona de Cáceres está, por ahora, en segundo lugar.

El peluquero de mi mujer no le ha dado número hasta esta semana. Las anteriores tenía todo reservado por señoras que iban a ver a la Virgen y se arreglan el pelo y estrenan porque solo estos días bajan a la parte antigua y ven a las amigas por única vez en el año. En la pastelería Isa de los soportales de la plaza, hacen unos polos de limón con pipo muy populares. El récord de ventas (5.000 polos) lo tienen dos días: una bajada de la Virgen en una tarde calurosa y la llegada de Induráin a la plaza con la Vuelta Ciclista.

Esta pasión religiosa cacereña no es de ahora. El profesor César Rina acaba de pasarme dos páginas del HOY del año 1933. Bajo el epígrafe 'Información de Cáceres', el 13 de abril, este diario informaba de que, aunque la cofradía del Nazareno había acordado por un solo voto suprimir las procesiones, algunos cofrades socialistas eran los más empeñados en que se mantuvieran. En otra información, esta del 9 de noviembre, se recoge un manifiesto de los socialistas cacereños con este párrafo: «Es perfectamente compatible el voto al socialista con el favor a Dios. Dios existe. La explotación también, Dios no quiere la explotación».

Para entender Cáceres, hay que conocer esta devoción por las emociones, sobre todo religiosas, pero también profanas. El domingo, volvió la Virgen a su santuario y el jueves empieza el Womad, con su ambiente teóricamente alternativo y multicultural, su olor a 'maría' como perfume oficioso y su carácter de tradición local de la primavera. Cáceres puede con todo y tiene símbolos para todo: la Concatedral para la Virgen, la Plaza Mayor para San Jorge, los Adarves para el Cristo Negro y la Torre de la Hierba para el Womad. Aquí asumimos lo que nos echen siempre que nos entusiasme y nos haga salir a la calle. Lo asimilamos y lo disfrutamos, ya sea con un porro, ya sea con una vela. Somos una ciudad feliz y nos apuntamos a todo lo que entrañe algo de emoción y un poco de entretenimiento.