Los palafitos de Carrasqueira

Carrasqueira es un pueblecito de 300 habitantes perteneciente al municipio de Alcácer do Sal. Está en una ruta bastante conocida por los extremeños que van a bañarse a las playas de Comporta o de la península de Troia, pero como queda a cuatro kilómetros de la carretera general, se suele dejar de lado, así que les recomendamos una parada, un rodeo de cinco minutos y descubrirán un lugar atractivo, poco conocido y único en Europa.

La primavera es la mejor época para visitar Carrasqueira. En verano es igual de bonito, pero suele estar masificado y es complicado aparcar, acercarse a los palafitos e incluso encontrar mesa en sus restaurantes. Así que ya estamos entrando en Carrasqueira un día luminoso de la primavera alentejana y nos encontramos con unos aparcamientos en batería a la derecha de la carretera. Pueden dejar el coche ahí, pero entonces deberán dar un largo paseo hasta la orilla del mar y las instalaciones palafíticas. Si prefieren la comodidad, sigan con el coche hasta el final del pueblo. En la última rotonda, a la derecha y aventúrense por un camino de tierra que lleva a los palafitos, que se distinguen a lo lejos. No es lo más respetuoso con el medio ambiente, pero…

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El camino está lleno de baches y en los primeros metros, su coche se bamboleará de lo lindo, luego será más estable y enseguida llegarán a los palafitos, donde hay aparcamiento espontáneo. Si la marea está alta, será momento de pesca y encontrarán muchos coches y furgonetas de los mariscadores y pescadores. Si es marea baja, habrá menos trajín.

El puerto palafítico de Carrasqueira es una estructura levantada sobre estacas de madera en los años 50 y 60 del siglo pasado. Está diseñado para que los pescadores puedan acceder a sus barcas o pescar desde las casetas de madera. Cuenta con una pequeña y moderna lonja donde se subastan las capturas del día. Cuando visitamos los palafitos, algunos mariscadores vendían almejas recién recogidas del mar a los turistas.

Lo más interesante de Carrasqueira es este laberinto de pasarelas de madera, un entramado de refugios rústicos, muelles, barcas varadas, estructuras artesanas e irregulares que recuerdan a construcciones similares del sudeste asiático. Dan mucho juego fotográfico y las puestas de sol extasían a quien tiene la suerte de admirarlas. Además, permiten la contemplación de aves al encontrarse en plena Reserva Natural del Estuario del Sado, ese río alentejano que nace en la sierra de Caldeirão, en el Bajo Alentejo, y desemboca en la ría de Setúbal tras recorrer 175 kilómetros.

Tras el paseo por las pasarelas de madera, llega el festín gastronómico. La calle principal, por donde hemos entrado en Carrasqueira, está llena de restaurantes con terraza. El más popular entre nativos y turistas es 'Retiro do Pescador', que ofrece las especialidades de la zona: choco frito con patatas fritas, arroz de lingueirão (longueirón, especie de navaja, pero más largo y menos fino), massada de peixe (caldeirada de pescado blanco y langostinos con pasta) y todo tipo de pescados y mariscos. Otros restaurantes recomendables son O Rola y su arroz de mar con bogavante, langostinos y almejas, O Gonçalves, donde dan un toque personal a los platos locales, y otros bares y casas de comidas de la avenida dos Pescadores.