María José García Curto, la nueva voz del Clúster del Turismo

María José García Curto es desde el pasado 29 de septiembre la cara y la voz del Clúster del Turismo de Extremadura, entidad a la que pertenece desde su fundación y en cuya junta directiva entró hace tres años como vocal. Hace aproximadamente un año accedió a la secretaría y ahora sustituye a Jesús Viñuales en la presidencia, un cargo que ejercerá rodeada por el mismo equipo del que ya formaba parte y con un objetivo claro: ayudar al sector a parar el golpe que ha supuesto el coronavirus. «Estamos en un momento difícil, con una caída de la demanda que además va a durar, pero esto supone también un desafío, el de conseguir salir de donde estamos, y creo que para ello es importante que seamos capaces de innovar». Son el diagnóstico y la declaración de intenciones con los que García Curto abre una página nueva en su currículum profesional, dedicado desde el inicio al turismo.

Nacida en Aldeanueva de La Vera, el trabajo de su padre (comercial del fabricante de tractores John Deere) la llevó a Badajoz, después a Mérida y luego de vuelta a la capital pacense. En 1984 se fue a cursar Técnico de Empresas y Actividades Turísticas a Salamanca, donde viviría su primera experiencia laboral, en una agencia de viajes. Luego estuvo en otra en Almendralejo. Dos trabajos que le sirvieron para tener claro que aquello no era a lo que quería dedicarse. «Vender viajes, por entonces playa principalmente, no me gustaba mucho, la verdad, así que me centré en el proyecto que compartía con cuatro compañeros de abrir en Extremadura una agencia de organización de congresos».

Eso la seducía tanto que cuando sus cuatro compañeros le dijeron que finalmente no la acompañarían en esa aventura –«eran todos de otras regiones y ya cada uno tenía su trabajo», explica–, ella no se echó atrás y abrió Incentivos Turísticos Extremeños, precursora de la empresa por la que es conocida, Orexco (Organización Extremeña de Congresos). Lo hizo con cuatro compañeros, esta vez sí todos de la comunidad autónoma y con perfiles profesionales variados. Pero al cabo de poco más de un año, se quedó sola.

Era mayo del año 1989. «Lo recuerdo bien porque medio año antes había nacido mi hijo», evoca María José García Curto, que para esos primeros pasos como empresaria contó con el apoyo familiar, «en particular –destaca– de mi madre y de una hermana que me ayudaron mucho con mi hijo, porque yo vivía en Badajoz y la empresa la abrí en Cáceres, que por entonces era claramente el destino turístico de referencia en Extremadura». «Hoy lo sigue siendo –continúa–, pero entonces lo era de forma más marcada, acababa de ser declarada Patrimonio de la Humanidad y el complejo San Francisco empezaba a funcionar como centro para congresos».

Aunque afincada en Cáceres, su campo de trabajo fue desde el principio toda la región, más aún trabajando en un ámbito que en la región daba sus primeros pasos. «Organizamos algún seminario y algunas jornadas, pero como en el área de congresos y reuniones profesionales nos costaba arrancar, creamos un departamento específico de azafatas para hacer promociones, principalmente en pequeños supermercados, que eran los que había aquí por entonces».

La evolución del mercado, con la aparición de las grandes firmas de hipermercados, la movió a poner el foco más en el trabajo como agencia de azafatas para ferias y congresos. Ya funcionaban Ifeba en Badajoz y Feval en Don Benito, y empezaba a haber más movimiento en ese campo. «La organización de congresos, que además era la rama en la que yo me había especializado en Salamanca, me apasionaba, y me parecía que Extremadura tenía potencial en ese sector, en el que además no había por entonces ninguna empresa».

El tiempo le ha demostrado a García Curto que tuvo ojo, y 30 años después de fundar su empresa, sigue trabajando en el mismo campo. Con la perspectiva del tiempo transcurrido, la nueva presidenta del Clúster del Turismo tiene claro que la comunidad ha avanzado mucho en estas tres décadas, pero también que le queda mucho camino por recorrer.

«Las comunicaciones son un hándicap, porque cuando se organiza un congreso, lo primero que se pregunta es cómo se llega al sitio en el que se va a celebrar, y ahí tenemos deficiencias, todos sabemos cómo son nuestras conexiones por avión y por tren». «Un congreso –reflexiona la empresaria– deja mucho dinero en la ciudad donde se celebra. Tanto es así que en nuestra región han abierto hoteles grandes, los que hace 30 años no existían, animados por varios motivos, uno de ellos la posibilidad de acoger a los asistentes a este tipo de eventos». «Además –sigue–, quien asiste a estas citas se gasta el doble de dinero que el turista tipo, porque buena parte de los gastos principales del viaje, como pueden ser el alojamiento o el desplazamiento, se los paga la empresa».

En su análisis al sector, cree que pese a haber mejorado su posición, Extremadura sigue siendo la última en el mercado de lo que se denomina MICE (en español, Encuentros, Incentivos, Conferencias y Ferias). «La región necesita creérselo. Somos un destino que atrae muchísimo, y de hecho es muy alta la tasa de retorno, es decir, de gente que conoce nuestra región gracias a un congreso o una reunión profesional y luego vuelve como turista». «Y necesitamos también que los prescriptores de los congresos y reuniones profesionales, que son principalmente la universidad, las asociaciones científicas o culturales y los colegios profesionales, se involucren y tengan la iniciativa de intentar que los congresos relacionados con su ámbito de conocimiento se celebren en Extremadura».