«No faltaba nunca a clase, era una joven sonriente y participativa»
El director del centro de adultos donde estudió la joven asesinada recuerda su paso por estas aulas, donde aprendía español
No faltaba nunca a clase, era participativa y siempre estaba sonriendo». Así recuerda el director del Centro de Educación de Personas Adultas (CEPA), Patricio Asensio, ... a Imane Saadaoui, la última víctima de violencia de género, asesinada por su pareja en la madrugada del pasado 1 de noviembre en su domicilio de Valencia de Alcántara.
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Asensio explica que tanto ella como su presunto agresor, Badr Saadoui, eran alumnos de este centro. Detalla que ya habían estado en anteriores cursos y que en el mes de septiembre les llamaron para ofrecerles continuar con formación.
Imane, a pesar de hablar español considerablemente bien, señala Patricio Asensio, se apuntó a clases de español para extranjeros para mejorar y continuar aprendiendo. Era constante, apunta este docente, y no solía faltar a las clases. El último día que pudo vérsela sentada en su pupitre fue el pasado miércoles, «el jueves tenía clase pero ese día no fue», explica visiblemente afectado el director de este centro, donde ayer se llevó a cabo un acto de repulsa por la tarde contra este asesinato machista. A estas clases iban alumnos de distintas nacionalidades y también otra alumna marroquí con la que Imane mantenía contacto. La preocupación de esta joven para seguir las clases era poder atender a su hijo. Desde esta escuela se le ofrecía la posibilidad de que pudiera llevarle.
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El presunto autor de los hechos optó por apuntarse a inglés, aunque solamente asistió una vez a las clases en el mes desde que arrancaron, explica Patricio Asensio. Había propuesto a la pareja participar en una ruta senderista con el objetivo de que se integraran en las actividades sociales de la localidad.
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Vecindad
Aunque Imane era conocida por los técnicos de igualdad del Ayuntamiento de Valencia de Alcántara y de la Mancomunidad Sierra de San Pedro en su vecindad nadie había estrechado los lazos con ella ni con su pareja. En la panadería o en el bar de su calle la habían atendido en muchas ocasiones, pero poco más sabían de una mujer que llamaba la atención por el hiyab (pañuelo) que tapaba su cabeza. Algunos vecinos del número 55 de la calle Ramón y Cajal reconocían que no conocían el nombre de la joven ni de su presunto agresor y que tampoco tenían detalles básico sobre su vida, más allá de los saludos rápidos y de trámite al cruzarse en la escalera.
La pareja vivía sola en Valencia de Alcántara junto a su hijo de 14 meses. Al acto de concentración del pasado martes en la plaza de la Constitución acudió una prima de la fallecida junto a su marido, residentes en Madrid.
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Ayer por la mañana explicaban que estaban a la espera de lo que determinara el juez para el traslado del cuerpo a Marruecos, en donde viven sus padres y una buena parte de la familia, que ahora lamenta su pérdida.
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