Juan Kam publica su diccionario extremeño: «Le he dedicado 36 años de mi vida»
El filólogo y escritor cacereño defiende la necesidad de «proteger nuestra lengua, el elemento más identitario que tenemos»
Nacido en Torre de Don Miguel (Sierra de Gata) y casado con una mujer de Guijo de Granadilla (hogar del poeta José María Gabriel y ... Galán) no es de extrañar que la vinculación del escritor Juan Kam (Juan José Camisón) con el extremeño surgiera hace años de manera innata. Si a ello se añade que, tras estudiar en Fuente de Cantos y Badajoz, se licenció en Filología en la Universidad de Salamanca, se comprende que su curiosidad por el extremeño diera paso a un estudio riguroso sobre la lengua que hablaban nuestros antepasados y que hoy pervive en algunos lugares de la región.
«Comencé apuntando palabras curiosas que escuchaba a jóvenes y mayores hasta que entendí que eso merecía un trabajo serio y riguroso», explica Juan Kam. «Conté para eso con la colaboración de hasta una docena de informantes, la más importante de los cuales fue mi madre, que hablaba perfectamente el extremeño, y avancé en la recopilación», explica.
Lo hizo durante su trayectoria como docente en el Diocesano y catedrático de la Universidad de Extremadura y continuó con ella después. Hasta hace dos años, «cuando constaté que las palabras que seguía apuntando ya las tenía recogidas», aclara.
Juan Kam acaba de publicar su diccionario extremeño, la obra a la que más tiempo ha destinado en su vida. «Le he dedicado 36 años», detalla. El resultado son dos volúmenes, casi 1.000 páginas en total con 30.000 palabras, algunas de las cuales con más de una decena de acepciones.
El diccionario ya está a la venta en las librerías cacereñas y el autor de 'Hijos de sangre' y 'Marabajas' quiere hacer su presentación pública en febrero para dar a conocer el completo diccionario que ha elaborado y con el que quiere contribuir a que el 'estremeñu' no caiga en el olvido.
En evolución
«El extremeño es una lengua que aún habla mucha gente aunque se está perdiendo y yo quiero ayudar a que no desaparezca», expone. «Es la lengua de nuestros antepasados, un acervo cultural que debemos mantener y proteger porque si lo perdemos estaremos perdiendo un 25% de nuestra identidad. Después de eso, seremos lo que seremos, pero no extremeños, porque lo más identitario de un pueblo es su lengua, no su religión», defiende. Para Juan Kam, olvidarnos del 'estremeñu' «significará quedarnos cojos o mancos».
Este filólogo tiene claro en la vieja polémica en torno al castúo que «hablamos de una lengua, las 30.000 palabras que integran mi diccionario lo ponen de manifiesto; solo en la A hay 2.000 entradas». Pero su obra va más allá de las palabras. «Algunas de las acepciones se completan con frases para entender mejor su significado, también explico su evolución, su sintaxis, cómo deben pronunciarse...», aclara quien ha escrito tanto en castellano como en extremeño y ha sido reconocido con los premios Gabriel y Galán y Chamizo, dos de los mayores referentes del castúo.
A Kam le gustan 'arrecomaíno' (abrazado amorosamente) y 'dongolondonis' (cotilleos), pero cree que merece la mena conocer las muchas acepciones de 'almau' o 'jorru', y entender que la mayoría de las palabras se forman con dos sustantivos ('panzaburra'), pero que las hay que suman sustantivo y adjetivo ('patachula'); nombre y preposición ('antipecho'); y nombre más verbo ('batiburriño').
También que hay otras que no se sabe de dónde vienen ('jamacuco') y que el 'estremeñu' sigue evolucionando y creciendo como otras lenguas «con neologismos que incorporamos. Nosotros no decimos cataratas sino tataratas, becicleta, arradio, ambolancia o retonda, porque adaptamos las palabras al extremeño. Por esto tenemos un linci y no un esguince, una fístola y no una fístula y una úlzura y no una úlcera».
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