José Trejo, el aventurero extremeño obsesionado con el frío
Lo han aceptado para correr una carrera en Finlandia de 66 kilómetros en febrero con temperaturas de treinta grados bajo cero
En el extremeño José Antonio Trejo Picado hay una pulsión aventurera que no cesa. A sus 47 años, este inspector de motores que trabaja como civil en la Base de Talavera la Real, entrena dos horas y media al día, patea las montañas de Gredos, escala tanto en roca como en hielo con asiduidad y navega por Groenlandia varios meses al año. Y lo relata en su blog de HOY.es ‘Un extremeño en el Ártico’.Pero no le basta. Considera que su vida está instalada en una zona de confort a la que él no se adapta. Quienes lo conocen saben que él para sentirse a gusto necesita sufrir y pasar frío, así que ha diseñado un plan para conocer su límite físico y mental.
Su agenda de 2018 pasa por correr ocho horas seguidas a treinta grados bajo cero en febrero, escalar después un pico helado al norte de Noruega, intentar completar una ultramaratón de cien kilómetros en lo que él llama «condiciones óptimas» y ya en octubre rematar con una carrera de larga distancia en el Sáhara.
Según las conclusiones que saque decidirá afrontar el que considera el gran reto de su vida hasta ahora: cruzar el mayor lago del mundo, el Baikal, una gran superficie helada que se extiende por 640 kilómetros en línea ubicado en la Siberia y que este extremeño pretende atravesar con medios naturales. Esta gesta la pretende afrontar en compañía de cualquiera que se atreva, aunque reconoce que en Extremadura le cuesta encontrar personas con sus mismas inquietudes.
Su idea, como capitán de yate que es, es avanzar usando el viento como propulsor de su trineo gracias a una cometa, aunque reconoce que aún tiene que perfeccionar esta técnica y diseñar un equipo apropiado. «Si todo va bien, esto lo haré en un par de años o así. De momento estoy estudiando los vientos predominantes en este lago. Ya lo ha cruzado más gente, pero mi idea es hacerlo en sentido inverso al habitual, o sea, partiendo desde los gulags (campos de concentración soviéticos) abandonados y avanzar hacia la civilización».
«Puedes morir en el intento»
De momento, su primer gran desafío para testarse a sí mismo en condiciones extremas es el próximo 17 de febrero en Finlandia. Allí tiene lugar una carrera, la Rovaniemi66. Según cuenta, «yo no soy de competiciones, pero allí se celebra una prueba en condiciones inhóspitas que me apetece intentar. Es una carrera ártica extrema de 66 kilómetros a temperaturas de treinta grados bajo cero que me va a servir para coger experiencia y llamar la atención para integrarme en alguna expedición futura. Es una locura, de hecho te piden que no te apuntes si no tienes experiencia, por eso hay que enviar un currículum. A mí me acaban de aceptar. Por supuesto la organización se exime de responsabilidad porque puedes morir en el intento. El año pasado se inscribieron unas 56 personas y acabaron más o menos la mitad. Y en la modalidad más bestia, la de 300 kilómetros que hay que completar en tres días durmiendo en la taiga con un saco de dormir solo se inscribió una persona, una mujer que además consiguió terminarla», explica con tono de admiración.
«La carrera de Finlandia es una locura, te piden que no te apuntes si no tienes experiencia»
Para poder inscribirse en esta carrera ártica Trejo ha usado como aval su afición a la escalada en hielo, experiencia en carreras de montaña, también como guía de la ONCE en este tipo de recorridos, en el que se proclamó campeón de España en 2006. Además, ha incluido en su curriculum sus viajes a Islandia, Canadá o Noruega y, por supuesto, su trabajo temporal en Groenlandia, donde hace siete veranos que ejerce allí de guía preparando la logística de turistas que se adentran en este país helado donde apenas hay infraestructura para vivir o desplazarse.
La carrera en Finlandia, prosigue, será para él un test de fortaleza mental pues gran parte del recorrido es en solitario y por la noche debido a que allí hay pocas horas de luz. «Solo hay un punto de control donde te ofrecen agua líquida, el resto es en autosuficiencia, así que yo llevaré algo de sobrepeso, como algo de ropa extra y un infiernillo para derretir hielo. Por supuesto la organización te obliga a llevar una ropa especial y ciertos elementos de seguridad como una luz frontal, pilas de repuesto o silbato».
Según explica, «el trazado transcurre en gran parte por un río helado que hay que remontar, por eso las zapatillas han de ser especiales con suelas de pinchos. Justo después de este río helado –prosigue–, lo que queda es una gran llanura que la gente llama el infierno blanco». En lugares así él asegura que es donde más feliz se siente.