Querido lector, se le está poniendo cara de veraneante, la cara es el espejo del alma y me temo que pronto saldrá de viaje y ... será atrapado por esos escaparates llenos de envases con nombres brutales y provocadores. En mi tierra, hay un par de productos ideales para regalar a los cuñados y reírse juntos: una morcilla llamada Patatera Power y un queso de nombre explícito, El Cabrón Extremeño. Pero toda España es un paraíso de comidas y bebidas graciosillas. Hay que ver cómo se lo pasan las peregrinas maduras comprando quesos de tetilla para las cuñadas en las calles del casco viejo compostelano. Y en Asturias, hay un queso que encanta a los turistas por el nombre. Se llama Afuega el Pitu. Ellos lo traducen libremente con interpretaciones sexuales, pero realmente significa ahoga la garganta. Otros productos norteños con nombres tentadores son los carajillos del profesor, muy dulces, y el formidable licor Hijoputa, que debe de venderse muy bien porque en pocos años han pasado de ofrecer dos variantes a 30, además de chorizo, vermut y una cerveza con apócope: Japuta.
En Portugal, venden una bebida espirituosa llamada Licor de Merda. La elaboran en Cantanhede (Coimbra) y la fórmula original la creó a finales del siglo XX el fraile loco Basku Gonsalbes. Se hace con leche, vainilla, cacao, canela y cítricos y nació en honor de varios políticos portugueses de izquierdas y de derechas. La lista de productos para turistas es inabarcable, pero hay una línea que no falla: afrodisiacos. En Las Hurdes, se elaboran dos: Pichín Real y Ciripolen. Aseguran que son infalibles, aunque lo más llamativo es que en las furgonetas del Pichín Real pone que son proveedores del Vaticano.
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