La Guardia Civil logra resolver las causas de 47 incendios y detiene a 11 personas
La Benemérita tiene un equipo capaz de averiguar dónde y cómo salta la chispa en el monte, y quién la prende
Un cable pelado en un tendido eléctrico, un pastor al que se le fueron la mano y la lengua, una herramienta de horticultura con restos ... de hollín... Son tres casos reales de indicios hallados por la Guardia Civil en incendios forestales ocurridos este verano en Extremadura. En los tres ejemplos se logró localizar el punto de inicio del fuego, explicar cómo surgieron las llamas e identificar al presunto incendiario. Y en los tres sucesos, el trabajo lo hicieron agentes de la Benemérita en Cáceres expertos en investigación de incendios.
El nivel básico de esta red especializada lo forman las nueve patrullas motorizadas del Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza), con sedes en Cáceres, Plasencia, Coria, Trujillo, Valencia de Alcántara, Guadalupe, Jarandilla de La Vera, Caminomorisco y Casatejada. Su trabajo lo apoya y supervisa desde Cáceres el UPRONA (Unidad de Protección de la Naturaleza), integrado por el PACPRONA (Patrulla de Comandancia) y el equipo de investigación, formados cada uno de ellos por un cabo y tres agentes. A ellos hay que sumar la oficina técnica.
En total, son seis agentes, dos cabos, un teniente y un suboficial los que integran el UPRONA de Cáceres, la provincia donde más hectáreas de bosque arden cada año en la región. En lo que va de 2022, la Comandancia ha investigado 141 fuegos. En 47 de ellos se aclaró dónde y cómo saltó la chispa inicial. Y se detuvo a once personas. Además de esta labor específica, la Guardia Civil presta en los incendios otros servicios ciudadanos, como la evacuación de municipios, el control de accesos en vías cortadas o el acompañamiento a vecinos desalojados que se olvidaron sus medicamentos o a ganaderos que necesitan trasladar a sus reses. Todas estas situaciones se han dado en la comunidad autónoma en los últimos dos meses.
«La principal dificultad es la falta colaboración ciudadana. Es habitual que la gente no cuente todo lo que sabe»
agente de la unidad de protección de la naturaleza de la comandancia de la guardia civil de cáceres
«Investigar un incendio forestal –sitúa uno de los diez miembros del UPRONA– es muy difícil, porque no suele dejar pruebas personales ni materiales, a diferencia de otros ilícitos penales como un homicidio, donde es más fácil encontrar restos del presunto autor».
Los agentes formados específicamente para investigar este tipo de siniestros entran en escena cuando hay sospechas de que el fuego haya podido ser provocado. Y entre sus primeras funciones está localizar el punto donde el monte empezó a arder. Para ello, se sirven de entrada de la información que les proporciona el personal del Infoex (el plan regional de lucha contra los incendios forestales), los agentes del Medio Natural de la Junta o los posibles testigos. En este sentido, suele ser valioso el testimonio de los primeros intervinientes en la extinción.
Acotar la zona de inicio
«Conseguimos acotar la zona de inicio en un radio de dos a cuatro metros cuadrados», detalla el agente, que mantiene el anonimato por razones de seguridad. Ese área se marca con banderines blancos, y a su alrededor se colocan otros rojos que indican la dirección que siguieron las llamas. Además de esas señales, el maletín de trabajo de estos especialistas de la Guardia Civil incluye anemómetro (instrumento que mide la velocidad o la fuerza del viento), imán para buscar posibles pruebas metálicas, cuerdas, cepillos, lupa, picos para recoger muestras...
La inspección visual del paraje donde surgieron las llamas da lugar a un informe técnico que incluye fotografías y detalles sobre lo hallado en la zona. «Un incendio –explica el miembro del UPRONA– es un libro abierto, pero hay que saber leerlo». «Todo fuego –continúa– tiene un patrón de quema, que podemos reconstruir a partir de los datos que nos aportan los objetos que encontramos sobre el terreno, el matorral, los pastos, el resto de la vegetación...».
La recopilación de estos y otros elementos permite a los agentes aclarar dónde y cómo comenzó el fuego. Despejada esa incógnita, lo siguiente es intentar averiguar el nombre del presunto incendiario.
A lograr ese objetivo puede contribuir la información que se tenga sobre incendios anteriores ocurridos en esa misma zona y los sospechosos que pudiera haber habido en esos precedentes. «Es habitual que en los pueblos cercanos al incendio se hable sobre posible presuntos autores, y esta información también nos puede ayudar a dar con el sospechoso y detenerlo si procede», explica el agente especializado en investigación de causas.
Ahora bien, esto que podría resultar una ayuda clave no siempre se consigue. Porque «la dificultad con que nos encontramos más habitualmente es la falta de colaboración ciudadana», admite el miembro de la Benemérita. «Muchas veces tenemos la sensación de que la gente no cuenta todo lo que sabe, quizás por miedo a posibles represalias contra ellos o sus intereses, por ejemplo su ganado». «Y cuando alguien se atreve a contar lo que sabe –añade el agente–, suele ocurrir también que luego no da el paso de prestar una declaración para que quede constancia escrita de su testimonio».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión