Las golondrinas cambian Extremadura por África en Navidad
Expertos de Francia y Dinamarca recorren la región en furgoneta para averiguar por qué estas aves ya no viajan al Sur
A Alfonso Marzal no le cuadraba estar viendo golondrinas y aviones comunes en pleno mes de diciembre. Se supone que estas especies migratorias deberían pasar las navidades en África. Pero él recorre estos días Badajoz y se le posan delante de sus ojos. Para desentrañar este misterio han venido hasta Extremadura dos especialistas mundiales procedentes de Dinamarca y otro de Francia que llevan toda esta semana recorriendo la provincia detrás de estas aves.
No es la primera vez que Marzal detecta estas anomalías en sus flujos migratorios. Lleva cinco años viendo ahora a estos pájaros cuando se supone que no deberían regresar hasta febrero. La golondrina (Hirundo rustica) es una de las aves más viajeras y sorprende su memoria para localizar el nido de barro y paja que dejaron miles de kilómetros atrás, cuando migran porque con el frío escasea su alimento. Se dirigen en bandadas hacia zonas cálidas, una travesía que puede comenzar a finales de septiembre o principios de octubre y que desde hace varias temporadas muchas han decidido cancelar, lo que ha llamado la atención de los científicos.
Marzal es catedrático de Zoología en la Universidad de Extremadura y se ha integrado en un equipo que pretende trasladar estos hechos a un estudio más serio para saber si estos pájaros vuelven antes o nunca se han ido y por qué. Además de anotar la presencia de estas especies, estos días capturan algunos individuos para averiguar por qué no viajan a latitudes más cálidas. «No sabemos si es por algún tipo de enfermedad o se debe al cambio climático», plantea como primeras hipótesis Marzal, que primero vio el aviso en los noticiarios que visitan los ornitólogos y luego lo confirmó en la plataforma de Internet denominada 'ebird', donde aficionados a las aves de todo el mundo entran en contacto. Cuando el catedrático extremeño hizo notar que estaba viendo aviones comunes y golondrinas en la provincia de Badajoz en plenas navidades otros expertos acudieron a confirmarlo.
A Marzal lo acompañan estos días dos catedráticos eméritos, Anders Pape Moller, especialista en genética, ecología y evolución procedente de la Universidad de París, y Karsten Laursen, de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) y promotor de este estudio. El cuarto integrante que ha viajado hasta Extremadura es Arne Pedersen, también danés, un ornitólogo carpintero, anillador experto cuya furgoneta adaptada con palos, redes y reclamos es ideal para capturar estas golondrinas y aviones comunes cuya presencia en la región en esta época del año resulta inquietante. El grupo ya ha estado en el embarcadero de Villareal de Olivenza el fin de semana, el lunes acudieron a Proserpina y tienen pensado recorrer el azud del Guadiana en Badajoz capital, áreas cercanas al embalse de Alange y la zona de Montijo.
«Ahora no crían y tenemos que usar reclamos, por eso vamos con altavoces, pero no es fácil porque son pájaros muy erráticos en sus movimientos y se acercan a la red pero se mueve con el viento y no la tocan. Hay que tener mucha paciencia», decía este lunes.
Varios días después este equipo de ornitólogos ya había conseguido capturar varios ejemplares. Algunos los anillan, a otros les ponen un transmisor para rastrearlos. A otros solo les hacen un análisis. Según Marzal, «la sangre nos lleva a conocer su alimentación, qué tipo de parásitos pueden sufrir o transmitir, y la pluma la mandamos a Canadá a un laboratorio especializado para analizar su firma isotópica y saber dónde ha volado ese individuo y su cambio de hábitos. También hay que saber qué cosas están ocurriendo en África».
De momento, todo apunta a lo que este equipo denomina «cambio global», que va más allá del cambio climático. «El cambio global incluye cambio climático, pero también de uso del suelo, agricultura intensiva, más plaguicidas, abandono del campo y migraciones a la ciudad».
Población en declive
Además de su repentina falta de ánimo para viajar a otro continente, otro factor que rodea a la golondrina es su declive poblacional. Se trata de un ave asociadas a entornos urbanos que se alimenta de insectos, lo cual es muy agradecido por los humanos en verano. Sin embargo, el uso de plaguicidas está afectando a su reproducción y la construcción de edificios modernos apenas les dejan huecos para que puedan construir sus nidos.
SEO/BirdLife calcula que cada año se pierden en España un millón de ejemplares de esta especie, una de las más apreciadas por la ciudadanía que en Extremadura está catalogada como especie amenazada. En el resto de Europa, la situación es aún peor.
Marzal habla de las golondrinas como «aves centinelas indicadoras de cambios», por eso cree que hay que estar atentos a su evolución. Según dice, su progresiva desaparición no va a pasar inadvertida. «El otro día en Sevilla me frieron los mosquitos y era diciembre, así que están pasando cosas nuevas y conviene estudiarlas para saber por qué suceden», señala el catedrático extremeño.