Feijóo bajó a Maltravieso
Una visita acertada. ·
Hace más un 'famoso' en una cueva que mil anuncios en FiturJ. R. Alonso de La Torre
CÁCERES.
Miércoles, 22 de enero 2025, 06:45
La última vez que recabé datos sobre las visitas de cacereños al centro de interpretación de la cueva de Maltravieso, la cifra era ridícula: mil ... al año. Ha pasado el tiempo y la cifra ha subido un poco, o sea, mil más Feijóo, que el pasado jueves conoció la cueva y su entorno en una visita a las esencias primigenias de Cáceres, a su almendra fundacional, esa joya prehistórica a la que se le presta poca atención porque parece que con la 'parte antigua' los cacereños ya vamos 'sobraos' y no nos interesa ni el campamento romano de Cáceres el Viejo, ni Maltravieso ni tan siquiera el Cáceres decimonónico que rodea la ciudadela medieval y que en otros lugares bastaría para ser Patrimonio de la Humanidad.
La culpa de todo la tuvo un barreno. Estalló un buen día del año 1951 con el fin de iniciar unas obras y dejó al descubierto en la zona del Calerizo, carretera de Miajadas, la entrada a una cueva. Durante cinco años, aquello quedó como una curiosidad. Los cacereños entraban a enredar en aquella cueva al igual que en otras del periferia como la de Santa Ana, donde siendo niño iba a jugar con los amigos y sacábamos unas plataformas de barro que llamábamos técula romana. Resumiendo: los niños cacereños de los 60 jugábamos con restos arqueológicos.
Durante años, la cueva de Maltravieso estuvo al aire. Algunas pinturas se secaron y se cayeron. Las constructoras de la nueva barriada de Llopis Ivorra arrojaban allí sus escombros y una parte se derrumbó por efecto de esas obras. Algunos cacereños entraban en la cueva a hacer pintadas y grafitis y en las paredes se conservaron durante años, junto a las pinturas rupestres, las firmas de vecinos del barrio que aún viven. Es más, unos salvajes llegaron a hacer destrozos en el interior del centro de interpretación y en 2002, varios gamberros acorralaron a pedradas a un topógrafo en el interior del parque que rodea la cueva y le robaron el jalón o barra con que pretendía medir con exactitud el interior de la oquedad.
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Pero no todos los cacereños eran así. En 1956, se había introducido en la cueva de Maltravieso un sabio polifacético: don Carlos Callejo. Con la ayuda de una brújula y una linterna, descubrió unas pinturas rupestres que cambiaban la historia de Cáceres y revolucionaban el estudio de la prehistoria ibérica. Descubrió igualmente restos de ocupación humana y en un artículo titulado 'El mensaje de Maltravieso', Carlos Callejo apuntaba que Cáceres había estado poblada en el Paleolítico Superior y sus habitantes habían grabado en las paredes de aquella cueva 33 manos, un toro, ciervos, etcétera.
Se estimaba que esas pinturas tenían 20.000 años, pero en 2018, la revista 'Science' recogía que una de las pinturas tenía 66.700 años y posteriores estudios han ratificado esta antigüedad. Habrían sido los neandertales y no los sapiens los autores de las pinturas de Maltravieso y eso situaría Cáceres en el mapa de los hitos fundamentales de los restos prehistóricos.
El siguiente paso será construir una réplica del interior de Maltravieso. Se reproducirá algo más de la mitad de la cueva original y Cáceres tendrá así un recurso turístico más allá de la parte antigua. Sumar a lo medieval y renacentista lo paleolítico de Maltravieso, el arte contemporáneo del Helga de Alvear e incluso lo romano de Cáceres el Viejo completará un atractivo que va más allá de un paseo entre el Arco de la Estrella y la Puerta de Mérida. Cambiar el socorrido garbeo de Feijóo por la parte antigua por una visita a la cueva de Maltravieso ha sido un acierto: hace más un 'famoso' en una cueva que mil anuncios en Fitur.
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