Extremoduro muere. Robe vive. Extremoduro vive.
JUAN CARLOS RAMOS
Domingo, 22 de diciembre 2019, 08:54
La leyenda es Roberto Iniesta. Extremoduro solo fue el alias desde donde fue cabalgando las olas que surgían del último suspiro de un segundo. Su separación, por mucho que pueda llenar titulares y obituarios exacerbados, no deja de ser algo semántico. Robe es Extremoduro y Extremoduro es Robe. Y Robe, para alivio de muchos, seguirá produciendo. Y si lo hace como en sus dos últimos discos en 'solitario', con una calidad infinita.
En Extremoduro, el único necesario siempre ha sido Robe. Todos los demás eran contingentes. Y Robe lo sabía. Fue consciente de su tremendo talento y de la repercusión de su lírica incluso cuando el grupo no trascendía de las fronteras regionales o comenzaba a verse lastrado por las drogas en plena 'era del caos'.
Extremoduro, como tal, solo duró hasta 1992, apenas cinco años. A partir de ahí, Robe inició carrera en solitario. Nunca le importó agradecer los servicios prestados a sus 'partenaires' y buscar nuevas barcas y nuevos remos. Un hombre sin Dios ni amo. «Voy a dejar esta ciudad, no me pienso despedir (…). No sé ni a dónde voy a ir, no me he parado a pensar, a un sitio de color de rosa», cantaba en 1993 tras dejar Plasencia y marcharse a Rubí (Barcelona) para comenzar el despegue profesional.
Robe pasaba de la etiqueta Extremoduro. Nunca le importó quebrantar un nombre comercial que, a medida que crecían sus alianzas artísticas, se convirtió en una obligación de marketing. En el 92, quiso sacar 'Deltoya' con el nombre de Extremozoide, y en el 93, ya sin los miembros originales, intentó abandonar el nombre Extremoduro y publicar '¿Dónde están mis amigos?' en solitario y 'Pedrá' como Pedrá. La discográfica DRO le obligó a rectificar. «Salir solo con Robe es arriesgado», dijeron. Ya en el 2001, sí que pudo parir un maravilloso proyecto personal con Fito y Manolillo Chinato con el nombre de 'Extrechinato y Tú'.
De los contingentes, Iñaki 'Uoho' Antón es el que menos lo ha sido. Con el vasco como productor y arreglista, Robe dejó de moverse en circuitos marginales y se convirtió en ídolo de masas gracias a tres álbumes míticos en apenas seis años, del 96 a 2002.
Fue ese, el 'Yo, minoría absoluta' de 2002, el último vestigio del rock transgresivo vomitado en las callejuelas placentinas a finales de los ochenta. Allí quedaron anclados los ortodoxos de Extremoduro y los nostálgicos de 'Estado Policial' o 'Necesito droga y amor', que no supieron madurar a medida que lo iba haciendo Robe. 'Extremoblando', le llamaban.
Robe, ya alejado de las drogas y tras seis años de exploración introspectiva, dio a luz no solo la obra cumbre de su carrera, sino la obra cumbre del rock español. En 'La Ley Innata', en 2008, se comenzaron a atisbar los aires intimistas que han acompañado a su música desde entonces.
El camino entre Robe y el rock eléctrico de 'Uoho' comenzó a bifurcarse. Trabajos como 'Material Defectuoso' y 'Para todos los públicos' no fueron más que preámbulos de los discos que vendrían en solitario, propiciados por etapas cada vez más prolongadas en Plasencia.
«Alber, búscame a unos músicos y echamos el rato», le dijo al batería que hoy forma parte de su banda extremeña. Así, en un pequeño estudio placentino, se plantó el germen de dos discos publicados con impecable factura académica.
Extremoduro se separa porque quedan atrás 'Uoho', Cantera y Colino, como antes quedaron otros tantos, pero Robe nos seguirá deleitando con las mismas señas de identidad que han sido transversales a numerosas generaciones.
Extremoduro muere. Robe vive. Extremoduro vive.