«Extremadura necesita más iniciativa privada y que la sociedad la valore más»
La Extremadura de... Alicia Berenguer, neuróloga ·
Esfuerzo y constancia. «Hay mucho que aportar y que construir en esta región, aunque a veces la mentalidad colectiva y las administraciones son desalentadoras», aseguraAlicia Berenguer nació en Ondara (Alicante) en 1963, llegó a Extremadura 1973. Es neuróloga y directora médica de la Neuroclínica Méndez Berenguer, vive en Badajoz y antes ha residido en Ondara, Alicante, Denia y Huelva.
–¿Por qué vino a Extremadura?
–Yo tenía 10 años y mi familia se trasladó por razones de trabajo. Vivió aquí unos 12 años y se marchó de nuevo a Denia (Alicante). Entonces estudiaba yo 5º de carrera en la Facultad de Medicina de Badajoz. Me sentía muy arraigada en esta ciudad, tenía aquí todas mis amistades y referencias, mi marido es pacense... así que me instalé en Badajoz de forma definitiva.
–¿Qué impresión tuvo cuando llegó?
–Llegué a principios de septiembre y era una niña. Lo que más grabado tengo en la memoria es lo que sufrí por el calor en esas primeras semanas, y los primeros veranos; el calor se me hacía insoportable. Venía de Denia, una ciudad costera, con clima templado.
–¿Cuál es la mayor diferencia que ha encontrado entre el modo de vida de aquí y el de Alicante?
–La vida en la comunidad valenciana es mucho más dinámica y alegre; sin duda, contribuye a ello el hecho de ser una comunidad abierta al turismo internacional.
«De esta tierra me conquistó la dehesa, es una preciosidad en cualquier época del año»
–¿Cómo le recibieron aquí?
–Con una hospitalidad sincera, creo que esa es una de las grandes virtudes de los extremeños.
–¿Tardó en acostumbrarse a vivir aquí o se adaptó enseguida?
–Me adapté rápido, posiblemente por la edad.
–¿Cómo ha cambiado su visión de la región en el tiempo que lleva aquí?
–Extremadura ha cambiado mucho en todo este tiempo, no solo mi percepción de ella. Creo que la mejora en comunicaciones, con la autovía a Madrid fundamentalmente, ha permitido mayor apertura y eso ha favorecido mucho a la región. En general, se ha modernizado.
–¿Podría definir Extremadura con tres palabras?
–Desconocida, infravalorada y sorprendente.
–¿Qué es lo que más le conquistó de esta tierra?
–La dehesa, una preciosidad en cualquier época del año, tanto en primavera como en otoño o invierno.
–¿Y lo que menos?
–El verano, tanto por el clima como por la paralización que supone de gran parte de su actividad. Las calles se quedan desiertas, gran parte de la población está ausente, la ciudad pierde su alegría. Posiblemente en las zonas rurales no se perciba este hecho de igual manera, pero Badajoz pierde su encanto, la vida se paraliza.
–¿Qué destacaría de los extremeños?
–Hay gente muchísimo más valiosa de lo que los estereotipos nos hacen pensar. Detrás de su sencillez se aprecia la nobleza y bonhomía; hay extremeños muy brillantes.
–¿Qué cree que necesita Extremadura para su desarrollo?
–Mayor iniciativa privada y mejor valoración de la misma por parte de la sociedad; una mentalidad laboral más abierta y dinámica, en la que el trabajo bien hecho sea un valor; una mayor conciencia colectiva de que las mejoras se conquistan con voluntad, esfuerzo, constancia y trabajo, y sobre todo, tener claro que todo ese esfuerzo merece la pena, pues es para beneficio de todos. La empresa es, ante todo, un servicio social, lo que muchos todavía no han llegado a entender.
–¿Cuáles son sus sitios favoritos de la región?
–Las ruinas romanas de Mérida y el Monasterio de Yuste, por citar dos grandes espacios históricos, aunque se pueden encontrar muchos más rincones y parajes naturales.
–Extremadura es un paraíso natural ¿en qué sitios le gusta perderse?
–La Vera, el Valle de Ambroz o el Valle del Jerte.
–¿Qué rincones recomendaría visitar de Badajoz?
–La visión de Badajoz desde un paseo por el Puente Viejo.
«Badajoz pierde su encanto y alegría en verano, la vida se paraliza y las calles se quedan desiertas»
–¿Qué echa de menos en Badajoz?
–La luz, el clima y la alegría del Mediterráneo. También el cosmopolitismo de Madrid.
–¿Los servicios públicos con los que cuenta son suficientes? ¿Y las propuestas culturales y el comercio?
–Creo que son razonables para la ciudad. Indiscutiblemente, en ocasiones me gustaría contar con mayor variedad, y a veces calidad, en estas ofertas, pero tenemos que ser conscientes de las limitaciones que sufrimos. No obstante, se van percibiendo avances en este sentido.
–¿A qué dedica su ocio?
–Disfruto estando en casa. Me gusta leer, ver alguna película y tocar el piano.
–¿La cercanía con Portugal es un aliciente? ¿Suele viajar con frecuencia al país vecino? ¿Dónde va?
–Portugal es un país entrañable. Ahora viajo menos, pero solo con cruzar la frontera siento su atractivo.
–¿Le gusta el clima extremeño?
Me gustaría que fuera más suave.
–¿Suele recomendar a sus familiares y amigos que vengan de vacaciones o a vivir a Extremadura?
–A visitarnos sí; a vivir no procede, salvo a mi hija, porque hay mucho que aportar y que construir en esta región, aunque a veces la mentalidad colectiva y las administraciones son desalentadoras.
–¿Hay algunas costumbres o tradiciones que le hayan llamado especialmente la atención?
–Me gusta el folklore de la región, pero Extremadura tiene que mirar al futuro y a una mayor modernización.
–¿Suele acudir a fiestas de interés turístico o a acontecimientos culturales?
–Sí, siempre que puedo lo hago.
–¿Qué es lo que más le gusta de la gastronomía extremeña?
–Un buen jamón, por supuesto, sus quesos y la caldereta de cordero.
–¿Dónde ha viajado o va a viajar este verano?
–Este año, tan atípico, no saldré a ningún sitio. Prefiero ser cautelosa, aunque a Madrid me desplazo con frecuencia.