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Las fachadas de los ayuntamientos de Badajoz, Cáceres y Plasencia, la sede de la Junta de Extremadura en la plaza del ... Rastro de Mérida, la plaza de España de Navalmoral de la Mata, la ciudad monumental de Trujillo, el consistorio de Coria, la catedral placentina... Son algunos de los monumentos y sedes oficiales que este jueves por la noche apagaron sus luces durante dos minutos, un gesto simbólico con el que se pretendió llamar la atención sobre los efectos que tendría el cierre de la central nuclear de Almaraz.
'Extremadura se apaga para que no la apaguen' era el lema elegido por los organizadores, la plataforma 'Sí a Almaraz, sí al futuro', que reúne a ayuntamientos y asociaciones de distintos sectores, todos ellos ubicados en el ámbito de influencia de la planta extremeña, que deberá desenchufar su unidad uno en noviembre del año 2027 y la dos un año menos un día después. Así lo contempla el plan de clausura del parque nuclear español, que comenzará con el cese de actividad en la instalación ubicada en la comarca del Campo Arañuelo y culminará en el año 2035 con el cierre de la central de Trillo (Guadalajara). A lo largo de esos siete años irán cerrando el resto de los reactores que siguen operativos en España, siete en total.
Sin embargo, no está claro que esto vaya a ocurrir finalmente. Como es sabido, hay un movimiento social en contra del cese de actividad en la planta extremeña, que genera unos 730 empleos directos y en torno a tres mil si le suman los indirectos e inducidos, según los datos proporcionados por la propia instalación. En su intento por evitar el cierre, la plataforma surgida a finales del año pasado ha convocado varios actos, el primero de ellos de calado la manifestación de enero en Almaraz, y el último, 'El gran apagón' –así lo bautizó– de este jueves noche, en el que no participó el ayuntamiento de Mérida, que no explicó los motivos.
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Al apagón estaban convocados también los ciudadanos, dejando a sus oscuras sus viviendas. Ocurrió entre otros municipios en Belvís de Monroy, que dejó a oscuras su famoso castillo, o Almaraz, que desconectó las luces de su edificio consistorial en la plaza principal de la localidad, donde en enero se juntaron unas siete mil personas para pedir que la central nuclear que empezó a operar en el año 1984 siga funcionando más allá de las fechas contempladas en el plan de cierre acordado en el año 2019 entre las empresas propietarias (Iberdrola en un 53%, Endesa un 36% y Naturgy un 11%) y Enresa (Empresa Nacional de Residuos Radiactivos S.A., presidida por la extremeña Olga García, que a finales del año pasado sustituyó a José Luis Navarro también extremeño e igualmente exconsejero de la Junta).
La resolución definitiva sobre el futuro de Almaraz está en manos de las compañías dueñas de la planta y el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico. Ambas partes han reconocido que dialogan sobre ello, y en las últimas semanas ha cobrado fuerza la posibilidad de una miniprrórroga, esto es, que el cierre de cada uno de los dos reactores de Almaraz se retrase uno y dos años respectivamente, de modo que la planta bajaría la persiana en el año 2030. Es de momento solo una hipótesis. La solución final, en cualquier caso, no debe postergarse más allá del inicio del verano, fecha tope para conocer cuándo se apagará la central.
El margen es necesario por cuestiones operativas, que tienen que ver sobre todo con los plazos de entrega del uranio enriquecido que alimenta los dos reactores y con la renovación de las licencias de los operadores de la sala de control.
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