El discjockey internacional que revoluciona las fiestas de su pueblo
Carlos Chaparro ·
Es de Moraleja, su agenda lo lleva este verano a pinchar música tecno a festivales de Londres, Seúl o Nueva York, pero siempre hace un hueco por San BuenaventuraCarlos Chaparro tiene hoy 39 años y ha convertido los pregones de su pueblo en un fiestón que nadie se quiere perder. Se puede decir ... que con su mesa de mezclas pone boca abajo la plaza de España cuando se sube al balcón del Ayuntamiento de Moraleja (6.800 habitantes, Cáceres). Allí, él se anuda al cuello el tradicional pañuelo verde de la localidad y sus vecinos disfrutan de una sesión única por la que mucha gente paga dinero en cualquier capital del mundo. Carlos Chaparro no tiene un alias deslumbrante o anglosajón como artista de la música electrónica, pero su talento mezclando temas le ha hecho despuntar hace ya más de una década como discjockey de renombre internacional.
Un día, hace doce años, al alcalde de entonces le llegó la onda y le pidió que el joven, entonces aún un veinteañero, diera el pregón de las fiestas de San Buenaventura. «Hace tiempo me propusieron ser el pregonero, un acto al que no iba casi nadie, así que yo propuse poner música. El alcalde me dijo que eso sería una locura, pero lo hicimos y después de aquello ya se ha convertido en una tradición. Ahora, haya el pregonero que haya, yo voy y siempre y pongo música. Ni puedo ni quiero faltar al arranque de las fiestas de mi pueblo. A la gente le gusta la idea y la policía me ha dicho que ayer (este jueves a las ocho de la tarde) se batió el récord de asistencia al pregón».
«Vengo de abajo, cuando más nervioso me pongo es cuando pincho en Moraleja»
Carlos Chaparro
Discjockey
La carrera de Carlos Chaparro empezó en su propio bar y ha subido como la espuma. Este año, la parada para pinchar en Moraleja la ha hecho después de hacer escala como discjockey en Timisoara (Rumanía) y Milán (Italia). Este fin de semana se queda con su familia y el jueves le toca pinchar en Seúl (Corea del Sur) antes de enlazar varios bolos por festivales de Francia, explica este extremeño de brazos tatuados, el menor de tres hermanos. «Soy la oveja negra», dice riendo.
Su público potencial es gente de entre 18 y 40 años y su estilo, dentro de la música electrónica, ha ido evolucionando. «Al principio era un poco más fuerte, más tecno; ahora es más 'techouse', una mezcla más fresca aunque siempre he seguido fiel al estilo que me gusta para que me identifiquen».
En agosto el extremeño pinchará en Brooklyn (Nueva York), ya que a estas alturas de su carrera realiza el setenta por ciento de sus actuaciones en el extranjero. «El año pasado cogí entre setenta y ochenta aviones», calcula. Con todo, confiesa que en Moraleja es el único sitio donde se pone nervioso. «En mi pueblo se monta una producción de festival y las emociones son impresionantes porque ahí fue donde empecé yo en 2008 montando un bar para darme a conocer. Ahora me encanta ver a la gente de Moraleja y varias generaciones de padres con niños. Ese sentimiento es impresionante, por eso me vuelco con el arranque de las fiestas».
Otras paradas en la región
Hoy día todo es digital y no carga con vinilos sino con lo que él denomina un 'setup', que consiste en un ordenador y los controladores. Revisando su agenda inmediata hasta septiembre, figuran carteles con su nombre, además de en Nueva York, Valencia, Sevilla, Londres, Bosnia, un tour por Tailandia, entre otros destinos.
Pero en mitad de semejante ajetreo va a haber sesiones en Montehermoso (3 de agosto), la fiesta del agua, de nuevo en Moraleja (4 de agosto), y Baños de Montemayor (24 de agosto). «Me gusta seguir viniendo en Extremadura –explica a este diario – a aquellos sitios pequeños donde alguna vez me dieron la oportunidad cuando nadie me conocía. Así que si el evento está bien y se dan las condiciones apropiadas de producción no lo dudo. Siempre recuerdo que yo vengo de abajo».
Según cuenta, la salida de Extremadura como discjockey fue una oportunidad inesperada que no dudó en aprovechar. Ocurrió en 2009 cuando un amigo le animó a pinchar música en Londres. «Era complicado vivir de esto, de hecho pasé dos años sin salir del bar de mi pueblo. De repente, un amigo que hacía fiestas en Londres me animó a ir. Me pagaban el vuelo, dormía en casa de un amigo y me fui de cabeza, claro», recuerda. Recientemente ha llegado a pinchar él solo ante diez mil personas en el Aquasella Fest, en Arriondas (Asturias), al que regresa este verano el 18 de agosto.
Ahora cree que está en su mejor momento como discjockey mientras sigue superándose a sí mismo. No solo ha llegado a protagonizar en el verano de 2011 las míticas sesiones de la discoteca Space en Ibiza –«aquello fue para mí como ser futbolista y jugar en el Santiago Bernabéu», declara– sino que el año pasado cumplió otro sueño, el de pinchar en Australia, con lo que después de tachar 50 países en su lista, al fin consiguió poner su nombre en los cinco continentes. El año pasado la revista especializada Dj Mag le dedicó un reportaje de varias páginas que tituló 'De Extremadura al mundo'.
«Hay que estar muy centrado»
Carlos Chaparro suele viajar solo y a menudo es el foco de atención en las fiestas más deslumbrantes. Por eso, sabe que la clave es, según sus palabras, «mantenerse centrado». Su principal canal de difusión son las redes sociales (51.400 seguidores en Instagram) y, de momento, esa exposición asegura que la lleva bien.
Honesto y humilde, después de 16 años de carrera el extremeño tampoco oculta algunos sinsabores de una profesión que muchos sueñan alcanzar, pero que él sabe por experiencia que no es precisamente una fiesta perpetua. «Es una profesión bonita, pero también es dura porque son muchos kilómetros y muchas horas de soledad, ya que pasas de estar rodeado de miles de personas a encerrarte en una habitación de hotel. Eso es jodido a veces, así que hay que estar muy centrado para no perderte emocionalmente».
De momento, donde más ha disfrutado este año ha sido esta semana en las fiestas de San Buenaventura en Moraleja, donde se crió. «¡Solo aquí estoy trabajando y a la vez cuidando de los hijos de mis amigos cuando salen de fiesta!», exclama bromeando.
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