Más de 15.000 hectáreas ha arrasado ya el fuego iniciado hace una semana en Jarilla (Cáceres). HOY

«El de Jarilla es un incendio nunca conocido»

Los expertos hablan de fuegos de alta intensidad como el que arrasa el norte de Extremadura, mientras el delegado del Gobierno apunta que marcará un antes y un después tras comprobarse que ha quemado especies autóctonas y no ha sido intencionado

Lunes, 18 de agosto 2025

El entorno de Jarilla, donde hace una semana se desató el incendio que va camino de recordarse como uno de los peores de Extremadura (15.464 hectáreas quemadas en seis días), se caracteriza por la presencia de castañales, robledales, alcornocales, junto a otras especies que componen el matorral, como brezo, aulaga, madroñeras y tojo. La seña de identidad de Hervás son sus castaños, entre los cuales se pierden infinidad de senderos que sostienen el eslogan 'otoño mágico del Ambroz'. Toda esta masa forestal está ardiendo mientras helicópteros y aviones que se atisban diminutos entre la humareda vierten agua sobre puntos concretos sin conseguir detener las llamas. «Este incendio en concreto puede hacer cambiar la idea que teníamos de los incendios. Antes se decía que no se podían poner pinos, que había que hacer cortafuegos, que los incendios eran intencionados... y resulta que este incendio tiene una características que no se parecen en nada. No fue intencionado, hay árboles autóctonos como castaños o robles, hay ganadería en medio de la zona quemada y cuando hablamos de cortafuegos la autovía ha sido cortada cuatro veces. Esto merece una reflexión y un pacto de Estado. Esto es un incendio nunca conocido», ha manifestado este lunes el delegado del Gobierno, José Luis Quintana, refiriéndose al incendio iniciado en Jarilla el martes pasado, el cual es el único que se mantiene activo a última hora de la tarde de este lunes y sigue sin control.

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Este incendio es el más complicado y el único activo que se está abordando ahora en Extremadura de los 11 que había a primera hora de este lunes. Tras una semana avanzando por el valle del Jerte y el Ambroz, a punto de pasar a Castilla Léon, ha afectado a un perímetro de 130 kilómetros sin que haya podido ser controlado aún. A su paso está dejando poblaciones confinadas para que sus vecinos no se intoxiquen con el humo y también pueblos que han sido directamente evacuados. Este fuego 'de alta intensidad', según los mandos del Plan Infoex, es lo que algunos expertos han empezado a denominar 'Incendio de quinta o sexta generación'.

Tipos de generaciones de incendios

Para explicar esto último hay que entender antes esta graduación. «Para comprender el problema hace falta entender su evolución en el tiempo. Para ello, el concepto de Generaciones de Incendios nos ayuda a clasificar los incendios según el factor de cambio que en cada momento genera su caracterización y condiciona su extinción», explica Francisco Castañares, presidente de la Asociación Extremeña de Empresas Forestales (Aeefor).

Los incendios de primera generación se caracterizan por la continuidad. En España, alrededor de los años sesenta, se observa un cambio: «Los incendios ya no se apagan casi solos al llegar a los huertos y pequeñas áreas de cultivo, pastos o cortas a hecho», explica Castañares. En los de segunda generación se da continuidad y velocidad. «En los 80 el paso de los años en los terrenos abandonados hace que éstos se vayan cargando de vegetación muerta y el modelo de combustible evoluciona a matorrales y regenerados que permiten una propagación más rápida». En este tipo de incendios, explica, se contratan y organizan retenes específicos y los medios aéreos se incorporan a la extinción.

Los incendios de tercera generación añaden la intensidad. Hay focos secundarios multidireccionales y la simple respuesta con recursos de extinción directa ya no funciona, hay que planificar tácticas. En los de cuarta generación entran en juego los pueblos. «Con el nuevo siglo a esta continuidad forestal arbolada y densa se añade un nuevo combustible, el tejido urbano. Ya sea por el crecimiento de este dentro del bosque como por la llegada del bosque al casco urbano histórico por despoblamiento. Los incendios forestales se convierten en auténticas emergencia de protección civil (...) La defensa de viviendas e infraestructuras domina la estrategia», señala Castañares.

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Un incendio de quinta generación tiene como detonante que el siglo XXI empieza a caracterizarse por un aumento de la aridez, efectos acuciante del cambio climático que se suma a un territorio que sigue acumulando combustible. «Son grandes incendios simultáneos -prosigue el experto- de tercera y cuarta generación que afectan a una amplia zona geográfica, imposibilitando una respuesta organizada. La contención, más que la extinción empieza a ser la norma. Ejemplos de ello son los episodios vividos en 2006 en Galicia, 2007 en Grecia o 2009 en Australia. Los operativos de las administraciones afectadas colapsan, recurriendo a la cooperación intercomunitaria e internacional».

En estos momentos se ha empezado a hablar de los incendios activos en Orense o el iniciado en Jarilla en Extremadura como un incendio de sexta generación, un fenómeno que tiene vida propia y para el que no existen medios materiales ni humanos para dominarlo porque crean su propia atmósfera. «Son incendios de tercera a quinta generación que consiguen dominar la situación meteorológica de inestabilidad atmosférica en la que crecen creando su propia dinámica de propagación y generando columnas de convección que atraviesan la troposfera hasta grandes altitudes, por encima de 14.000 metros, y cuyos pirocúmulos evolucionan a pirocumulonimbos nunca antes observados en incendios», describe el presidente de Aeefor, que habla de «zonas que parecían seguras por estar suficientemente alejadas de los frentes activos -hasta más de 20 kilómetros datados en Portugal- se incorporan de forma casi instantánea al incendio con el consiguiente e inesperado atrapamiento de la población que las habita (...) Los sistemas de extinción se ven muy pronto superados y en su empeño por dominar la situación colapsan. No queda más remedio que pasar a la defensiva, ampliar los perímetros de confinamiento y replantear estrategias», concluye.

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