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María Victoria Gil es la única mujer del departamento de Química Orgánica de la UEx. :: Casimiro Moreno
María Victoria Gil, defensora de una ciencia para todos

María Victoria Gil, defensora de una ciencia para todos

Profesora titular de Química de la UEx

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Lunes, 20 de noviembre 2017, 07:41

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La suya es de esas mentes brillantes que además de destacar en su trabajo se preocupa por difundir lo que sabe. María Victoria Gil Álvarez (Almendralejo, 1973) es la única mujer del departamento de Química Orgánica de la Universidad de Extremadura (UEx), que cuenta con seis profesores en total en el campus de Badajoz. Y en su caso, compartir sus conocimientos se ha convertido prácticamente en una obligación no solo con sus alumnos sino con cualquier ciudadano.

Como tantas veces ocurre, fue un profesor, en su caso cuando estudiaba segundo de BUP, el que despertó su pasión por la Química. «Enseñaba Física y Química y estaba muy a gusto en sus clases. No fue hasta la semana antes de preinscribirme en la universidad cuando me decanté. También me gustaba la Física, pero me atraía lo de encerrarme en el laboratorio con los cacharros y pensaba que para esto mejor la Química».

ALGUNOS DATOS

  • Biográficos Nació y creció en Almendralejo, donde estudió en el colegio Antonio Machado y posteriormente en el Instituto Carolina Coronado. Madre de dos hijos.

  • Académicos Estudió Química en la Universidad de Extremadura, donde es profesora titular desde 2009 de Química Orgánica. Su estancia de fin de carrera la realizó en la Universidad italiana de Camerino y también ha sido investigadora postdoctoral en la Universidad de Sevilla.

  • Otras facetas Es presidenta y fundadora de la Asociación Extremeña de Alérgicos a Alimentos. También ayudó a crear la Asociación para la Difusión de la Ciencia y la Tecnología en Extremadura y como investigadora pertenece al Grupo de Investigación Química Orgánica (Quorex).

Ciertamente, María Victoria pasa horas con la bata blanca puesta, pero ha descubierto que lo que le gusta es salir a difundir ciencia, algo que se toma como «un compromiso social», dice antes de citar cómo en el artículo 27 de la Declaración de los Derechos Humanos se recoge el derecho de los ciudadanos a participar en el progreso científico. Actualmente ella protagoniza unas cuatro charlas divulgativas al mes, una tarea que emprendió cuando sus hijos -ahora con 9 y 12 años- estaban en la etapa de educación infantil y se celebró la típica jornada en la que los padres acuden a explicar su profesión. «Hice unos experimentos y las caras de los niños me cautivaron», recuerda.

Además de la difusión científica, su otro frente es el de mejorar la vida de las personas alérgicas

A partir de ahí ha sacado la ciencia de las aulas y los salones de actos. Lo mismo habla de experimentos en un parque que en un bar. Estas actividades las canaliza a través de la Asociación para la Difusión de la Ciencia y la Tecnología en Extremadura, de la que es fundadora.

Según dice, recibir cultura científica debe ser un derecho de la sociedad. «Esto evitaría que las personas creyesen en la pseudociencia, disciplinas carentes de rigor como la astrología, la numerología, la grafología, la homeopatía y todas estas cosas que pueden costar la salud de las personas, como está pasando ahora con los movimientos anti-vacuna, lo cual está dando lugar a que reaparezcan enfermedades que ya ni pronunciábamos», señala esta docente cuya opinión es que la divulgación debería ser una faceta más del profesor universitario, la cual no se estimula como debiera, de ahí que reivindique que se valore a nivel curricular.

En la pelea de las alergias

María Victoria Gil se convirtió en profesora titular en 2009. Antes había realizado su tesis doctoral con un trabajo sobre la preparación de compuestos derivados de los carbohidratos. En la actualidad es miembro del Grupo de Investigación Química Orgánica (Quorex), pero si hay un campo en el que se ha implicado con decisión en los últimos años es el de las alergias.

Es presidenta y fundadora de la Asociación Extremeña de Alérgicos a Alimentos, que existe desde 2010 y atiende a unas 600 familias en la región. Este interés tiene que ver con que su hijo fue multialérgico a los alimentos (en la actualidad solo a un tipo) y se dio cuenta de que había muchas cosas por hacer. Entre las cuestiones que cree hay que abordar señala la mejora de los etiquetados. Gil se queja de que, pese a las normativas europeas, las empresas alimentarias deben informar de 14 alérgenos, «y esa lista es muy escasa porque para que nos situemos, el 33% de los alérgicos a alimentos en España lo son a frutas y éstas no son de declaración obligatoria».

También habla de que en hostelería debe informarse por escrito en la carta de la presencia de alérgenos «y hemos encontrado un incumplimiento del 85% en Badajoz capital». Además, alerta de la ausencia de avisos de alérgenos en medicamentos.

Por contra, piensa que en Extremadura estamos avanzados en cuanto a protocolo de actuación en la escuela, el cual solo existe en esta comunidad desde diciembre de 2016 y está sirviendo de base para que nos copien en el resto de España.

Para esta madre es muy importante que en el centro escolar sepan qué primeros auxilios hay que practicar, pero incide sobre todo en la prevención y en la necesidad de que las precauciones que se tomen sean inclusivas, que no estigmaticen al niño alérgico, un perfil que calcula que se repite dos o tres veces por cada clase de 25 niños.

En todos estos frentes pelea a diario esta profesora de química que tiene fama de buena comunicadora, de activa en las redes sociales y de deportista, en estos momentos con la mente puesta en una media maratón después de haber participado en varias carreras populares.

Por supuesto, tampoco rehuye ningún tema relacionado con la química, como la exitosa serie Breaking Bad, cuyo protagonista -Walter White, un profesor de química metido a narcotraficante- cita nada más escuchar el título para quejarse a continuación de que la palabra 'química' se use de manera negativa para referirse a algo que no es natural cuando esto, dice, no es cierto. «En realidad todo es química, nuestro cuerpo es un laboratorio andante», zanja de manera gráfica la entrevista.

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