Cristo y toros en Jarandilla

Son las 12 de la noche y hasta la habitación de mi hotel llega la música del grupo ochentero La Guardia, el de 'Cuando brille el sol', que anda de gira por España en un revival veraniego que se detiene esta noche del 15 de septiembre en Jarandilla. Tras la banda de rock granadina, le tocará el turno a DJ Borja Nieto, así que la noche en esta habitación promete ser marchosa.

Naturalmente, este concierto de categoría y entrada gratuita se ha programado con motivo de las fiestas del pueblo y como estamos a mediados de septiembre, no pueden ser otros festejos que los programados en honor del Cristo, en este caso, el Santísimo Cristo de la Caridad, que tiene su ermita entrando en Jarandilla desde Navalmoral. Son las fiestas más importantes de la localidad junto a Los Escobazos, el 7 de diciembre.

Septiembre, en Extremadura, es un mes muy fiestero centrado en tres fechas: la Virgen en sus múltiples versiones el 8; el Cristo, en torno al día 14, y San Miguel, el día 29, cuando ya se ha recogido y cobrado la cosecha y en muchos pueblos extremeños se hace un alto lúdico y festivo antes de que se acorten los días y entren los fríos. San Miguel es o era fiesta mayor en Cáceres capital, pero también en Navalmoral de la Mata, San Vicente de Alcántara, Cabeza del Buey, Torrejón el Rubio, Ceclavín, Valdecaballeros o Llerena. Y qué decir de la feria de las ferias, la que conserva su raíz primigenia del siglo XV, la Feria de San Miguel de Zafra.

Queda claro, pues, que septiembre es un mes muy festivo en Extremadura y que estamos en Jarandilla con La Guardia aquí al lado, atronando con un solo de batería, y un gentío asistiendo al concierto tras pasar un día de fiesta, que empezó con la suelta por las calles del pueblo de tres vacas bravas por la mañana y siguió con la suelta de otros dos toros bravos por la tarde. A eso de las ocho, cuando ya no había peligro de cornadas ni revolcones, pasamos por la plaza de Jarandilla, junto a la iglesia de origen templario, y había un tumulto tremendo de peñas.

En el Puta Parió, se agolpaba una multitud abigarrada que no cesaba de bailar. Cruzar la plaza era una odisea. Los peñistas cantaban y saltaban con sus camisetas verdes o moradas, sus pañuelos al cuello y algunos atuendos de vivos colores y evocación hawaiana. Había mozos que se iban a casa dando capotazos al aire y aguardando la llegada del muy taurino día siguiente: mansos mañaneros para los niños y, para los mayores, dos vacas bravas por la mañana y un toro y dos vacas por la tarde. Y al acabar el encierro vespertino, la procesión: peñas y fieles acompañan al Cristo de la Caridad hasta su ermita, donde le dan gracias por lo bien que han resultado las fiestas y por lo que sea, culminando todo con un besapié. Así son las fiestas extremeñas de septiembre: empiezan con la procesión del Cristo, la Virgen o San Miguel de la ermita a la parroquia, siguen días de toros y música y culminan con la procesión de vuelta a la ermita. Y así desde la Edad Media.