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El camalote llegó para quedarse

40 millones de euros ha costado ya la lucha contra la planta invasora, que se calificó en 2005 como algo puntual

A. GILGADO

Domingo, 1 de abril 2018, 08:58

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En septiembre de 2005, HOY publicó la primera información de la que se tiene constancia en Extremadura sobre el camalote. Recogía las impresiones del botánico José Luis Pérez Chiscano, que llevaba entonces tres años investigando unas sospechosas manchas verdes en el Guadiana. Descubrió que se trataba de una planta amozónica que podía crecer entre 30 y 40 metros en una sola semana. Identificó al jacinto de agua. La Dirección General de Medio Ambiente dijo entonces que se trataba de una incidencia puntual y que en ningún momento se podía considerar una plaga.

Cinco meses después, había 40 retroexcavadoras, 30 camiones y 18 barcas retirando la alfombra verde que cubría algunos tramos del Guadiana entre Medellín y Mérida, el Consorcio de Mérida mostró su alarma porque el ácido de la planta erosionara las piedras del puente Romano y Confederación acudió al satélite Quickbird para ver la extensión por la cuenca.

En estos catorce años, el camalote ha ido arrastrando todas las barreras que le han puesto: se dijo que no era plaga y lo fue, que no pasaría de la presa de Montijo y llegó hasta Badajoz, que no pasaría a Portugal y esta semana ya han alertado a las autoridades portuguesas. La hemeroteca es cruel: la invasora amazónica ha superado todas las expectativas.

Erradicarla es ya una utopía, como reconoce la propia Confederación porque la planta no muere por completo en invierno. Ahora toca convivir con ella y mantenerla a raya cuesta mucho dinero. Confederación Hidrográfica del Guadiana explicó a principios de año que en esta lucha habían invertido más de 32 millones de euros. A las cuadrillas fijas con personal propio que están todo el año colocando barreras y recogiendo con máquinas hay que añadir los refuerzos extras de la empresa Tragsa para la cosecha de otoño o barcas cosechadoras que se han comprado en Alemania. A este montante hay que añadir otros ocho millones más que anunció la Delegación del Gobierno tras la rotura de las barreras del pasado 14 de marzo. Para hacerse una idea, es casi el mismo dinero que ha costado el parque de la Margen Derecha de Badajoz, una de las grandes obras en la cuenca de los últimos años.

A 2,8 millones de media por año, la lucha se ha convertido en un pozo sin fondo. El presidente de la Junta pidió en un viaje a Bruselas que no se quedaran al margen en esta guerra y solicitó fondos europeos.

Ejército

También reclamaron ayuda al ejército para que la UME, la Unidad Militar de Emergencias, se sume en los momentos de más invasión.

Incluso se declaró el nivel 1 del Platercaex -plan de protección ante catástrofes- para justificar la presencia militar. El Ministerio de Defensa no ha autorizado nunca la intervención militar aunque en la Junta recuerdan que el protocolo de creación de la UME establece también que esta unidad se creó para problemas medioambientales.

El rebrote de 2016 se limpió y este año también parecía controlado. Había un centenar de operarios, barcas, excavadoras y camiones recorriendo las riberas desde Medellín hasta Alqueva. Pero el fin de semana del 17 y 18 de marzo se repitió lo del 2011. La crecida del río por las lluvias y un temporal de viento rompieron las barreras de contención.

El tramo urbano de Mérida apareció cubierto otra vez de verde. Las fotos de esta semana recuerdan mucho a las de hace cinco años. Y a las de hace una década. El camalote llegó para quedarse.

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