Bailando entre reinas
Miss y míster. Hay pueblos donde nadie quiere ser reina y otros donde sigue siendo un honor
En Fregenal de la Sierra, las chicas no quieren ser reinas de las fiestas de San Mateo. Lo contaba J. López-Lago hace una semana ... en HOY. Al ser una tradición con más de 80 años, la alcaldesa ha tenido que explicar a la población la razón de que este año no haya reina ni damas de honor. Parece ser que las jóvenes se excusaban aduciendo vergüenza o que no les apetecía por los compromisos de una reina, que no la dejan disfrutar de las fiestas. La alcaldesa, Tina Rodríguez, aclara que no se trata de una cuestión de machismo o feminismo.
Recuerdo que el último año que viví en Vilagarcía de Arousa escribí un artículo contra esta costumbre retrógrada. No sabía que el padre de la reina era compañero de trabajo. Se enfadó mucho, no volvió a hablarme hasta hoy y aprendí que lo de las reinas es un tema muy delicado. En Fregenal, las chicas se han negado y en otras localidades ha habido polémica criticando lo que no deja de ser una cosificación de la mujer. Para disimular, en algunos pueblos también se elige míster, desconozco por qué no se le llama rey. Así se reparten las cosificaciones y parecen menos graves.
Sobre esto de las reinas y los míster, este verano he vivido una experiencia que aún me tiene descolocado. Resulta que me nombraron no míster, pero sí pregonero de las fiestas de San Bartolomé de Valencia de Alcántara y el 22 de agosto, al atardecer, viajé hasta esta villa fronteriza con el fin de pregonar lo mejor posible.
Al llegar, me llamó una concejala, me anunció que me esperaban en el salón de actos del Ayuntamiento y hacia allí me dirigí. Hacía calor, desconocía el protocolo y vestía un polo negro y unos pantalones también negros, en fin, elegante hasta cierto punto, pero informal. Al llegar a la plaza principal, situada entre la iglesia y la casa consistorial, me asusté un poco: estaba completamente llena de cientos de personas expectantes y sentadas cuando faltaba una hora para el pregón. Al subir al salón de plenos, mi susto fue completo: allí había unas 50 personas y todas vestían con una elegancia tan exquisita que superaba a la de cualquier boda que puedan imaginar.
Los hombres llevaban todos traje azul oscuro, camisa clara y corbata, desde el alcalde del PSOE, que hacía honor a su apellido (Piris Guapo), hasta el concejal de Vox, que alegraba su atuendo con un pañuelo asomando por el bolsillo superior de la americana. En cuanto a las señoras, estricto traje de cóctel o sublime traje de noche. Me presentaron a varias chicas con traje largo: la reina y sus damas. Una incluso llevaba una tiara brillante, era la reina del año pasado. Y dos mozos con traje azul entallado y moderno eran el míster de 2025 y el de 2024.
A la hora en punto, una comitiva formada por concejales con reinas o damas y concejalas con míster pasearon del brazo hasta el escenario. Servidor también hizo el paseíllo del brazo de Raquel, concejala de la agrupación independiente A.I.V.A. El caso es que fueron entronizados reina y míster, pregoné, me entregaron un ramo de flores, apareció la orquesta y se arrancó con 'El vals de las mariposas'. Me hicieron gestos para que bajara con reinas y concejales, Raquel me agarró de la mano y nos pusimos todos a bailar el vals observados por más de 3.000 ojos.
Aún no he olvidado el acto ni el vals. Volviendo a Cáceres esa misma noche, pensé que a ver quién se atrevía a quitar del programa de fiestas de Valencia de Alcántara esa ceremonia. La verdad es que en Vilagarcía de Arousa la eliminaron y no pasó nada, pero si me llega a ver mi compañero, el que no me habla, bailando entre reinas, se hubiera reído de mi incoherente inconsecuencia.
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