
Azúcar Moreno, en Urgencias
Vestuarios indignos ·
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Vestuarios indignos ·
Historias de cantantes, boys y strippers en camerinos humillantesActores, músicos, magos, clowns, presentadores de galas… En el mundo de la farándula, están habituados a vestirse y maquillarse en cualquier sitio. Los organizadores de ... eventos cuidan el escenario, la luz y el sonido e imprimen carteles llamativos anunciando las actuaciones, pero lo de los camerinos les parece secundario y no lo es. El camerino es la medida de la dignidad del profesional del teatro o la música.
Recientemente, las Azúcar Moreno han actuado en las fiestas de Oliva de la Frontera y han tenido que cambiarse en las dependencias de Urgencias del centro de salud. Se ha liado una buena y desde Oliva han razonado que tampoco es para tanto. ¿Pero saben lo peor? Que si Encarna y Toñi Salazar se hubieran maqueado en los baños de una ermita, de la plaza de abastos, de un parque público o de una escuela, no hubiera pasado nada. Solo ha saltado el escándalo porque el camerino ha sido el centro de salud.
Esto de vestirse en cualquier sitio no es exclusivo de Extremadura. A lo largo de casi 40 años de reporterismo, he entrevistado a actores, cantantes, boys y strippers en camerinos de todo tipo. La palma del bizarrismo se la llevan Los del Río, a quienes entrevisté durante las fiestas de Boiro (A Coruña) en calzoncillos en el despacho del alcalde, un conservero que los había contratado para cantar lo de la Macarena aplicado a sus conservas: «Hey, Rianxeira, ay». Antonio y Rafael, en la cumbre de la gloria musical (era el 5 de julio de 1996), me contaron cuatro cosas sin importancia, pero la imagen de los ídolos en calzones junto al crucifijo, las banderas y la mesa del alcalde no se me ha ido de la cabeza.
La primera vez que dos boys actuaron en Santiago de Compostela, también acudí a entrevistarlos al pub del espectáculo. ¿El camerino? El almacén del pub, donde no solo se guardaban cajas de cervezas, sino también imágenes de vírgenes y santos porque el dueño del pub era un párroco de Santiago y utilizaba aquel almacén para arrumbar viejas imágenes que le sobraban en su iglesia. Ver a dos muchachos, uno de ellos era ingeniero de día y boy de noche, ponerse tangas de leopardo junto a la Dolorosa y San Antonio me descolocó.
Otra experiencia de camerino que no olvido sucedió en la sala Boccaccio de la calle Santa Joaquina de Vedruna en Cáceres. Sucedió en septiembre de 2004. Boccacio era el primer local de ambiente cacereño y celebraba los domingos por la noche unas fiestas rompedoras para aquel tiempo. Un fin de semana, traían al transformista gaditano Nacha la Macha, a quien entrevisté en su habitación del hotel Iberia mientras se transformaba, otro domingo venía la drag queen Joshua, famosa por haber aparecido en Crónicas Marcianas…
Naturalmente, me acerqué por Boccaccio una noche de domingo para contar de qué iba aquello. Ese día, las estrellas del espectáculo eran la colombiana Ángela y la argentina Melina, que habían llegado a Cáceres en el último Auto Res del domingo y se marchaban en el primero del lunes. Entrevisté a Melina en el camerino de la sala, o sea, otro almacén indigno lleno de cajas de cervezas y refrescos y bolsas de basura. Me contó que iban a hacer un show lésbico por el que cobrarían 300 euros cada una. Me dijo que estaba acostumbrada a camerinos peores y yo estaba tan concentrado en la entrevista que no me percaté hasta el final de que Melina había cogido una cornucopia que había por allí, la había sostenido con sus rodillas y se había depilado el pubis con una pinzas mientras respondía a mis preguntas. Mientras no haya camerinos dignos, cambiarse y maquillarse será un acto humillante, degradante y vejatorio.
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